Que si, que Londres está muy bien, si no digo que no.
Yo vine con muchas esperanzas y lo mejor es que las cumplí todas. Ni en mis mejores sueños vamos, y eso que solo tengo pesadillas... pero oye, ni en mis mejores sueños, si es que los tuviera, hubiera imaginado que todo me saliera tan bien.
Porque llegue aquí sin nada, es decir, nada más que unos ahorrillos. Ya había estado por aquí visitando a Minus, y la idea de vivir aquí me emocionaba por encima de mis posibilidades. Y dejé mi trabajito, y me vine con lo puesto y una maleta de 20 kg a ver si alguien quería contratarme y enseñarme inglés de trabajo.
Mi idea era buscar de cualquier cosa, pero mi objetivo era encontrar de algo relacionado con mis estudios/slash/ experiencia. Ya sabía que era difícil, y muchas fueron las personas que me llamaron loca y me auguraron unos meses solo sirviendo café en London city. Pues podría haber pasado, yo no digo que no, y venia preparada para ello. Pero la suerte, o las ganas, quisieron que no pasara, y en mes y medio encontré un trabajo guay en una empresa guay. El día que me lo confirmaron, después de 2 arduas entrevistas, solo quería saltar por todo Londres sin parar.
Mi amiga además seguía viviendo por aquí, y esa época fue genial. Se fue al cabo de unos meses, pero mientras tanto conocí gente, salí, también caseé mucho, en general disfrute mucho con ella. Londres seguía siendo gris, pero yo estaba más a gusto que un arbusto.
Minus se fue, pero me dejó un buen relevo. Cosas de la vida, de la suerte o de las ganas, en su despedida conocí al que hoy se ha convertido en la persona más importante para mí en Londres y gran parte de Madrid. Más que Londres, el trabajo o el inglés, mi Gran Premio es él. Y suena cursi, sí, porque lo soy y ya lo sabéis, no es nada nuevo.
En este año y pico han pasado muchas cosas, pero sobre todo cosas buenas, gente increíble, momentos geniales y lugares míticos. Aunque sé desde hace un tiempo que he cumplido todo lo que vine a hacer, y no ha sido fácil, pero desde luego mucho mejor de lo que imaginé. Y sigo disfrutando, y sorprendiéndome, y valorando el Londres de cada día.
Y con esto vuelvo al principio: Londres mola mucho, sí. Sus mercadillos, su variedad, sus roller-discos a las que nunca he ido, sus barbacoas aunque llueva, su live music, sus gentes andando a toda prisa, sus líneas de metro con diferentes finales. Todo ese aura de ciudad molona. Es más bien como un bazar: en Londres te puedes encontrar de todo. Cuando digo de todo, es DE TODO. En todos los aspectos.
A mí me encantan los bazares, imagino que por eso vine aquí, y nunca me decepcionó. Londres me ha dado un montón, un montón de todo.
Pero llega un momento, que a unos les llega más tarde y a otros más temprano, en el que te apetece volver. Y no se trata de ese sentimiento caprichoso de 'ayns, hoy me he levantado como que me apetece sol y España', no. Tampoco es cuando miras el feed de actividad de tus amigos y te dan ganas de denunciar a facebook todas esas fotos de playas, terrazas y otras desgracias. No hablo de esas enajenaciones mentales transitorias. Hablo de cuando tu cabeza te grita que 'oye, maja, que ya está bien', al principio lo susurra, de vez en cuando, hasta que al cabo de un tiempo no puedes pensar en otra cosa porque sus gritos ocupan todo el espacio mental. YAAAAA PAAAARA, POR FAVOR DEVUELVEME A MI ORIGEN!! LLEVAME CON MI FAMILIAAA, BASTA DE BRITISHLAND!!
Cuando llega ese momento no puedes ni trabajar. Al final trabajas, claro, pero es que es muy cansino trabajar cuando te están gritando, y el único consuelo que te queda es llegar a casa, porque tu mente deja de gritar cuando está él delante. Al menos en eso me respeta. Llego a casa, a mi mini piso adorable cuqui 100%, y hago de ama de casa porque amo mi casa, aunque no sea mía y la vaya a dejar en unos meses. Y algunas veces en la semana me reconcilio con Londres, que no es que esté enfadada, le explico, es que ya quiero cambiarte por Madrid. Un 'no es por ti, es por mí' de toda la vida, vamos. Pero no me lo pone nada fácil y sigue con sus lluvias y con sus eventos guays que siempre me pierdo, y sus parques enormes y sus gentes increíbles y sus viajes interminables de autobús.
Yo vine aquí con muchas expectativas, y es que resulta que las he cumplido todas. Y lo que me apetece ahora es volver, con él, claro, volver sin ninguna expectativa más que estar cerca de los que quiero. Eso ya supera todo lo que pueda esperar de cualquier ciudad.
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