Ya sea chico o chica, cualquier persona que
decidimos tener a nuestro lado nos gana por la personalidad.
Cómo ve el mundo, cómo se ve él mismo, cómo te
ve a ti o cómo ve al resto es lo que determina tu visión sobre esa persona
independientemente de su físico.
Esta recopilación de puntos básicos no es
cosecha únicamente mía, si no que es fruto de comparar experiencias propias y
ajenas durante laaargo tiempo.
Y, ¡eh! Es válido tanto para cualquier tipo de relación, sea de la naturaleza que sea.
-
Sentido del humor. Que te haga reír. Y no me refiero a que te cuente chistes o a
que se esté haciendo el gracioso las 24 horas. Me refiero a que le sobre
sentido del humor y lo regale, a que le vea el lado divertido de las cosas y
disfrute con que tú lo veas también. Algo tan sencillo es vital. Que seáis
capaces de reíros juntos hasta que os duela el estómago es un síntoma de
solidez en la relación.
-
Humildad. Que sea humilde. Vale que cierta
chulería pueda tener su punto, siempre que sea más una pose o un deje
inconsciente que una actitud premeditada y estudiada. Pero la prepotencia, ya
sea a nivel de discurso o de apariencia física, es un antídoto fulminante
contra el atractivo. No hay nada peor que un chico que te mire por encima del
hombro hablándote de sus vastos conocimientos sobre infinitos temas, incluso
los que no te interesan un carajo. Que te exponga todas sus opiniones con tinte
de meeting y que, por cierto, todas son acertadas.
En cambio, un chico/a
que sepa conversar con gente de cualquier nivel cultural o social, sea educado
y sepa escuchar, tiene mucho terreno ganado.
Y en cuanto al
aspecto físico el caso es aún más flagrante: no hay nada peor que un chico que
“es guapo y lo sabe”. Entendámonos, todos tenemos ojos en la cara para saber si
uno es guapo, del montón o un orco de mordor. Pero sabéis a lo que me refiero.
Cuando un chico/a es del tipo “es guapo y lo sabe” se casaría consigo mismo y
tendría hijos solo para clonarse. Es el tipo de chico que cree que juega “en
otra liga”, y piensa que todas las chicas caen rendidas a su paso. Por supuesto
que su imaginación juega un papel clave en estas creencias, pero en su cabeza
parece haber un globo inflado de ego que le impide separar realidad de ficción.
-
Average. Que sea normal. Vaya generalidad,
¿no? ¿Qué es lo normal y qué no lo es? No vamos a entrar en cavilaciones
filosóficas porque si no este blog se llamaría “Cavilaciones filosóficas de
LadyMadriz”, lo que no queda demasiado cultureta. Con el término “normal” nos
referimos a sencillo, transparente, coherente con su forma de pensar, sin nada
que ocultar ni disfrazar. Que se adapte a cualquier situación sin problema. Por
supuesto que cualquier desequilibrio o extremo no entran dentro de la
clasificación de “normal”.
-
Interesante. Que tenga tema de conversación.
Experiencias que ha vivido, lugares en los que ha estado, ideas, pensamientos,
absurdeces, en definitiva, cosas que contar…. Y que sepa escuchar. ¡Sí, ya sé! Muy de
chica, ¿verdad? Pero la realidad es que a todos nos gusta ser escuchados. Y
existe el pensamiento erróneo de que “aportar” en una relación es únicamente contar cosas,
hablar… cuando realmente no es así. Un diálogo no se basa en “te cuento, y
ahora me cuentas tú”. Puedo hablar de mis cosas, y tú puedes intervenir en
ellas. Y cuando tú me cuentes lo que te apetezca, yo te pregunto, comento, te
aconsejo, y no por obligación si no porque me interesa.
Cuando te atrae una persona
quieres conocerla, saber de ella, escuchar sus gustos, sus aficiones, su
pasado. Y cuando ya la conoces y la quieres, te gusta saber qué tal le ha ido
el día, escuchar la historia tan divertida que le ocurrió con sus amigos el
finde pasado o sencillamente cómo se siente. Nos gustan las personas que nos
enriquecen con sus historias, sus pensamientos y sus ideas, no cabe duda. Pero
una relación no está hecha para ser unidireccional. También nos gusta que nos
pregunten, nos escuchen y se interesen por nosotros.
- Basic. Que te acepte tal y como eres. Con
tus más y con tus menos. Que a pesar de todas tus virtudes y todos tus
defectos, te siga admirando. Que nunca te niegue un abrazo es, quizá, la parte
más fundamental de todas.
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