A mí que no me convenzan de que tengo que dar las gracias por tener un trabajo aunque gane 600 euros al mes y eche más horas que un tonto, mientras mi jefe y el jefe de mi jefe se van a casa con sus familias y con su sueldo de unos cuantos ceros de más. Que no me vendan la moto de que la cosa esta muy mal y que por eso mi tiempo y mi esfuerzo se ha devaluado hasta el nivel del subsuelo. Porque si te mueves, dicen, corres el riesgo de perderlo todo, y con todo quieren decir tu trabajo de mierda que no te da ni para pagar el alquiler.
Porque pensaba eso, decidí salir de España. Y ahora cuando quiero volver, me vuelven con la misma historia. Estas loca? Volver a España. Con lo mal que está la cosa.
Con la situación que hay, y los sueldos. Ah sí, si tonta no soy. Leo periódicos y eso, por eso no os preocupéis. Soy realista y consciente. No será fácil, no. Quien dijo que lo era? Pero la gente continua con su miedo, con su ‘no te muevas’, maldita inmovilidad la que nos inculcan. No te muevas de ahí, que tienes un trabajo bueno y un sueldo y no echas horas de más, si acaso de menos. No vuelvas.
Me fui de España porque quería evolucionar en mi carrera, y porque quería trabajar en inglés durante un tiempo. Me fui porque me dio la gana, porque aunque mejor o peor, trabajo tenía. Me dio igual el miedo y el ‘no te muevas’. Y ahora si quiero irme, es porque valoro otras cosas presentes en mi vida que no sea el trabajo. Y la situación laboral me condicionará, claro que sí, en cuanto a mi estilo de vida, pero no va a ser la que me defina. No me voy a quedar en un país que no es el mío contra mi voluntad, sin ver a mi familia, a la que adoro, porque tenga un trabajo aquí. A mí el trabajo me dará de comer, me gustará o me apasionará, pero no me proporcionará todo y cuanto necesito para ser feliz. Eso lo tengo en España, junto a mi familia, y junto a mi chico, que se viene conmigo. Cada uno con sus prioridades.
A mí que no me cuenten la historia de que yo soy mi trabajo, y que mi deber es estar donde mi trabajo esté, cueste lo que cueste. Yo estaré donde me dé la gana estar, y haré todo lo que pueda por encontrar trabajo allí donde me encuentre. Y si la cosa sale mal y tengo que moverme de nuevo, lo haré. Por suerte no soy un árbol.
Las empresas empezaron a aprovecharse del cuento de la crisis aleccionándonos con este pensamiento, infundiendo la cultura del miedo y del no te muevas. Y por supuesto, del dar las gracias. Así han conseguido una población aferrada a sus puestos de trabajo y sin motivación, inquietud o ganas de perseguir lo que quieren.
Porque si lo persiguen, corren el riesgo de perderlo todo.
Pero no se dan cuenta de que si no lo hacen, ya están dando todo por perdido.
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