miércoles, 14 de enero de 2015

Irrelevant update

Por fin encontramos casa. Sorprendentemente topamos con una persona adorable con una casa aún más adorable que nos enamoró a primera vista, como en las pelis.
Algunos unicornios han regresado, pero solo algunos. La tarea mudanza no es mucho de su agrado y creo que prefieren esperar.
También ha habido fiestas, celebraciones, y esa maldita manía de comer como si hubiéramos ayunado el resto del año, gastar como si fuéramos millonarios y dejarnos llevar por la ostentación llevada al extremo. Y como todos los años, los polvorones se sacan para acumular aún más polvo, y luego se vuelven a guardar.
Ha sido bonito, sin embargo, volver a disfrutar de las Navidades sin el sabor agridulce de tener que irme de nuevo.

Y para seguir con la tradición, caemos en los despropósitos de año nuevo. Que mola más hacerlos que cumplirlos, he ahí la gracia.
Para que se me olviden más despacito, dejo los míos aquí. En realidad el principal es el último. Ése que seguro que cumplo este año.


  1. Hacer una inauguración digna de la casa
  2. Ver a toda la gente que me falta por ver
  3. Cenar en el restaurante de mi prima
  4. Comer menos carne, hasta poder llegar a cero
  5. Cocinar mucho
  6. Seguir practicando inglés
  7. Correr al menos 2 días a la semana
  8. Retomar el ukelele
  9. Hacerme un curso de marketing online
  10. Leer más
  11. Ir a más conciertos
  12. Dedicar tiempo de calidad a mi familia y amigos
As for the rest... I´ll try my best.




jueves, 11 de diciembre de 2014

Flat-hunting killed my unicorns

Yo estaba tan feliz, inocente de mí, pensando que en Madrid todo iría como la seda y el papeleo y la burocracia no existirían y que la gente tiraría pétalos de rosa al andar. Entonces llegué, y además de que mi novio venía ya con trabajo, yo encontré un trabajo genial en menos de 48 horas, y a mi alrededor los arcoiris se sucedían y entrelazaban y los unicornios voladores poblaban el cielo. Ah, Madriz. De Madriz al cielo. Qué digo, Madríz es el cielo. Démonos todos la mano y cantemos.

Entonces nos pusimos a buscar piso, y nos topamos de lleno con las maneras y la burocracia de este país. Algo que en Londres nunca supuso más rollo que el de patearte lugares, en Madríz se convertía en gritos de Munch y gotitas de sudor en la frente . Y las nubes de algodón se derritieron a lo bonzo, los unicornios salieron huyendo despavoridos y los arcoiris es esfumaron con un "plop" suave, como un quejido.

Llevamos 2 meses buscando piso, los mismos que hace desde que vinimos, y todos son problemas. Ya no entro en la dificultad de encontrar una vivienda medianamente digna sin muebles del cretácico y baños dorados, no. Tampoco mencionaré lo sobrevalorada que tiene la gente sus viviendas, imbuidos en una fantasía que les lleva a verlas como auténticos palacetes que ni el precio más alto les haría justicia. Para los no inciados, he aquí algunas keywords a descifrar en los anuncios:


Diccionario del flathunter
60 metros = construidos. 
SUPER luminoso = lámparas de antaño con tropecientas luces de cristales
coqueto = zulo
exterior = el patio interior se considera las afueras
oportunidad = nadie lo quiere

Podría seguir, pero iré por fascículos. No, no me refiero a todo eso señores y señoras. 
Lo qué ha atentado contra mi universo de felicidad y olor a palomitas recién hechas han sido los requisitos. Esa sarta de incoherencias abusivas que roza la ilegalidad, y que al parecer hemos sido los únicos en encontrarnos con ellas. Ninguno de mis amigos que alquilan se han encontrado jamás este tipo de problemas, lo que me lleva a pensar que debemos estar envueltos de un aura anti-renting y no nos hemos dado cuenta hasta ahora. Pero tampoco entraré en maremágnum de despropósitos, porque si no me encolerizo y los jueves no toca. Así que, de momento, os dejo con una pequeña reseña sobre los caseros potenciales.

Tipos de caseros

- El novato: Su casa es suya y nunca ha sido de nadie más. Te exigen análisis de sangre, orina, libro de familia, riñón y medio y antecedentes penales. Por supuesto, no tienen ni idea ni de cómo hacer un contrato ni están seguros de qué condiciones ofrecer, porque claro... es la primera vez que alquilan su casa. Viva la era de la información.

- La agencia: Te cobran por que tú hagas su trabajo. Te abren la puerta del piso que tú te has deslomado en buscar y contactar, para pedirte luego una mensualidad en concepto de honorarios. Si lo sé, me hago abridora de puertas de casas.

- El ratatouille: los catalanes a su lado no son nadie. Suelen además llevar aseguradoras añadidas, no para la casa... si no para estudiar hasta tu ADN. Te enseña la casa amueblada mientras te comenta que él cubre todo menos la lavadora si se rompe, el frigorífico porque tiene ya muchos años y por cierto, se lleva el sofá y la cama. Pero todo lo demás se queda.

- Los ancianos adorables: Les quiero. Mucho. El piso puede no gustarte nada, pero un ratico con abuelos postizos alegra el día a cualquiera. Aunque te lleve 2 horas la visita... son tan auténticos.

- Los legales: Te hablan de la casa, el barrio, te confirman que se hacen cargo de cualquier avería en la casa, y si encuentras alguna pega intenta buscarle una solución. Es decir, actúan como tú, como yo, y como crees que cualquier actuaría, pero NO: este tipo de caseros escasean. Si te encuentras uno de éstos abrázalo fuerte y no le dejes escapar hasta que tengas firmado el contrato.


Algún día conseguiremos un piso en Madrid. Y ese día será grande. 


Volverán los resplandecientes unicornios
en nuestro balcón sus nidos a colgar.
Pero aquellas agencias y caseros
cuyas condiciones nos hacían enojar
esos... ¡no volverán!


martes, 11 de noviembre de 2014

Things not to take for granted


There are a bunch of daily reasons to be thankful for that we tend to forget. They might differ from every individual, but I meant to take my chance to write down my own. They are merely a couple, essential though.

1-, You are close to your loved ones. You have always been emotionally speaking, but now, after knowing how hard it is to be away, you are lucky enough to get to see them every day, maximum every week. You don´t have to book a flight to enjoy a lunch with your family, an evening with your best friends, a birthday with your nephews. Because you live in the same city, and nowadays, this is a huge miracle to be thankful for.

2-. You live in the city you want to live. Related to the last point, you are where you are because you want to. Not because you are due by the economic situation, or by any other reason beyond your control. You are where you really want to be. You can complain about the traffic, the cold winters or the slow bureaucracy, but always remember how much you missed all that whilst you were away.

I´m lucky to be in Madrid. Even though just the thought of politicians make me cringe. Despite the crisis. I could go on on this point, but I won´t. I live in Madrid now, where even in winter the city is bright. Where people are chatty and funny regardless the place. Where avenues are wide and beautiful, and bars display their terraces even in November. Where the food is the kind I like, Spanish cuisine is top for me and will always be. 
I´m lucky to be finally surrounded by my loved ones. I can see my parents, my sister and brother-in-law, my nephews, my friends, whenever I want.
I live with my boyfriend. I share with him my days. Despite being from different countries and have met in a third one, we never went through the long-distance phase.  After London, we now live in Madrid. And I couldn´t be happier.

This all might sound silly. Cheesy, corny stuff (which I´m a fan of, I´m well aware). But this, together with all the little moments shared within this frame (“who” and “where”) it is happiness for me. The rest will come along. 

I just thought I´d write it down. In case I ever forget, too busy with the daily routine.

martes, 4 de noviembre de 2014

La culpa de sentirse bien

Hay algo que me chirría desde hace un tiempo. Ya me ha pasado varias veces en los últimos meses, y cada una de las veces pienso lo mismo. ¿Por qué miento? ¿Por qué me siento culpable si digo la verdad?

La última vez fue el jueves pasado. Paseaba yo con mi amiga Minus, de estas amigas que no abundan con las que puedes hablar de todo y a todas horas, y nunca se acaban los temas de conversación. En una de estas verborreas que nos traemos, hablamos del peso – ay, este tema que siempre sale – y me comentó que me veía bien. "Tú ahora estás bien, no? Yo no te veo gorda". Yo contesté la respuesta tipo, la que todas las chicas contestan sea verdad o mentira: " Hombre, la verdad es que unos kilos me sobran, pero…"

Inmediatamente algo hizo "ñeeek" en mi cabeza, como si acabase de decir una estupidez.
Contesté sin pensar lo que siempre contesto, lo que se supone que debo contestar, lo que contestamos todas. Pero no estaba para nada de acuerdo y me sentí mal por mentir.
Me dio un poco de vergüenza intentar rectificar con un "uy Minus que no, no sé porqué he dicho, ¡qué chorrada! ¡claro que no me sobran unos kilos, yo me veo muy bien!". Podría haberlo dicho, pero no lo hice. Puede que no lo pusiera en alto, pero dentro mi cabeza seguía dándole vueltas a esa respuesta automática llena de mentira.

En realidad todas mis amigas contestan lo mismo. Es más, cada vez que hablamos de esto resulta que “últimamente han engordado un montón”.
Incluso cuando se ve a leguas que han adelgazado bastante, siempre me sueltan un:
-          "¡Qué va! Uy si, pues últimamente he engordado, no paro de comer. Todo el mundo me lo dice."

      Me pregunto si ellas también pensarán lo mismo que yo, que es absurdo mentir pero que existe una regla tácita de hacerlo.
Como cuando alguien te pregunta si el pantalón que lleva le queda bien y tienes que decir que sí, que le queda como un guante aunque esté a punto de estallarlo.
Quizá en este último caso quede más o menos justificado, tampoco se trata de herir sensibilidades ajenas. Pero cuando se trata de nosotras mismas, ¿qué sentido tiene atacar nuestro propio físico aun cuando no tenemos porqué?

La realidad es que yo me veo bien, y no pienso que me sobren unos kilos. 
Me juego la mano derecha a que mi yo de hace 5 años se llevaría las manos a la cabeza y encontraría mil defectos y lorzas en mi yo de ahora, pero... bueno, por suerte han pasado 5 años.

Desde hace bastante tiempo paso de pesarme, al principio porque me importaba demasiado.
Al final, porque no me importaba en absoluto. Me acabé olvidando del numerito de los kilos y dejé de torturarme por cambios de peso.
Claro que me cuido, o al menos lo intento, pero ya no es un tema de preocupación ni hago esfuerzos de perfeccionismo extremo.
  
Pero cuando tengo que responder a estas preguntas o comentarios, siempre acabo cayendo en la trampa por miedo a parecer una flipada de la vida.
Porque como muchas cosas en la vida te viene impuesto, y si eres mujer parece inherente que estés insatisfecha con tu cuerpo. Y si lo estás y lo dices en alto, queda como... raro. Lo sé porque hasta a mí misma me chocaría esa situación. Una chica diciendo que no quiere adelgazar... es como raro, ¿ no?

Llamadme feminista trasnochada, pero como que no veo yo al género masculino haciendo este tipo de comentarios. 
- Ay Paco, ¡pero si no tienes nada de barriga!
- Calla, calla, que me salen unas cartucheras del salvaje oeste... tío tengo que perder 5 kilos ya.

Estas estupideces sociales de las que soy víctima y partícipe a la vez me indignan. Me indignan internamente claro, hasta que llego a un teclado y lo aporreo hasta crear un post que más o menos me desahogue. 



viernes, 22 de agosto de 2014

Prensa rosa, amarilla o multicolor

Lady Gaga. Risto Mejide. 
Me descubrí uniendo estos nombres, y muchos otros, ayer por la tarde. Todos tenían algo en común: captaban la atención de muchísima gente por sus extravagancias. Unos por bailar provocativamente, otros por aparecer vestidos con filetes, otros por crear todo tipo de polémica allá por donde aparecen.

Unos caen generalmente mal, otros bien, el caso es que en todos se cumple ese dicho de ‘que hablen bien o mal de uno, pero que hablen’.
Aunque ninguno me interesa particularmente ni para bien ni para mal, he leído y escuchado  muchas críticas hacia todos ellos. 

Y yo, personalmente, pienso que los tontos somos nosotros, no ellos. 
En realidad en este mundo de morbo, sensacionalismo y chismorreos, es muy fácil vender y hacer dinero. Matizo: tienes que saber ‘cómo’ hacerlo bien, pero el ‘qué’ es bastante obvio. Llama la atención. Con lo que sea: ya sea por meterte con la gente de manera intelectualmente cruel, por gritar más que el resto, por vestirte de avestruz en el escenario o por lo que te de la real gana para dejar flipando a la gente. Da igual que sea positiva o negativamente, tú llama la atención. A la gente le gusta hablar, y hay que darles de comer.
El mismo Risto Mejide lo dijo en una entrevista ‘A todo el mundo le gusta pensar: “Qué cabrón, cómo ha dicho eso”’. Y haciendo esto, todos y cada uno de los que saben cómo hacerlo ganan una pasta gansa.

Habrá gente que opine que vaya manera de ganarse la vida. A mí me parece muy respetable. En realidad, la ética o no ética, o la manera de juzgar esos trabajos se medirá en función de una pregunta: vives para los demás, o para ti mismo? Porque si lo que te importa es lo que piensen los demás de ti, en fin, no te dediques a ser Risto Mejide.
Pero si tienes la suficiente seguridad en ti mismo como para tener claro que lo más importante en tu vida eres tú y tus seres queridos, pues… me parece una opción muy inteligente. Vosotros seguid hablando de mí, seguid dándome dinero.
Ya si eso hablamos luego de la inteligencia de cada uno: yo que digo sandeces, o vosotros que pagáis por escucharlas.

Ni idea de cuánto le costó el vestido, pero seguro que le salió muy rentable

martes, 19 de agosto de 2014

Back on track

Señoras, señores, niños, bolas de pelo y moluscos:

Hoy tengo algo muy importante que anunciar. Y es que me marcho de Londres. Esta ciudad que me lo ha dado todo se queda donde está, porque todavía tiene mucho que dar a otros, pero yo me voy por donde he venido. O quizá no, depende de con que compañía low cost vuele. Pero me voy.

En realidad la decisión la tomé hace unos meses, pero ahora es cuando cobra forma. Ya he dado el aviso en mi trabajo, ya hemos vendido todos los muebles que compramos, ya tengo la mitad del equipaje hecho. Ya es casi realidad!

Debería estar triste, o melancólica, o en ese estado de angustia de cuando pierdes algo o te despides del campamento de verano en el que has estado 15 días, pero has hecho amigos para toda la vida. Por el contrario estoy exultante y sin el mínimo ápice de tristeza. Ah, las despedidas, siempre dije que no me gustaban, pero en este caso haré una excepción.

Cuando una despedida significa reencontrarte con tus seres queridos (me gusta este término más que 'familia', es como más preciso) no puede decirse que sea algo trágico. Y menos cuando te llevas de la mano (que no de las orejas) al chico más increíble del mondo. Ah... no, definitivamente no puedo estar más que feliz.

Pese a la incertidumbre de España, pese a que nos vamos sin trabajo, pese a lo duro que sea adaptarnos de nuevo. Minucias. 

A partir del 30 de Septiembre, vuelvo a ser Lady Madriz.



miércoles, 16 de julio de 2014

La pesadilla de una noche de verano

Hoy no me apetece ponerme intensa, que estamos en verano y eso no pega. 
En lugar de eso voy a desahogarme un poco y a descargar aquí (gratis, en un plis plas y legalmente) mi pesadilla de una noche de verano. 


Mis noches están llenas de pesadillas. Me visitan cada noche desde hace ya más tiempo del que puedo recordar. No entiendo el porqué de sus visitas, la verdad.  Por más que intento psicoanalizarme y llegar a la raíz del asunto, nada, que mis pesadillas siguen acudiendo puntualmente a sus citas nocturnas.

Anoche soñé que mi chico hacía el pino sobre un rascacielos, y haciendo el tonto se caía. Por fortuna había un árbol debajo y conseguía amortiguarlo, pero aun así yo estaba fuera de mis casillas. Me encontraba también en lo alto de ese rascacielos, eso sí, nada de estar de pie. Estaba tumbada pegada al suelo y agarrándome a él con las manos, cual lagarto al sol. Tengo absoluto pánico a las alturas hasta en sueños. 
En la vida real he intentado subir al campanario de Brujas y a la Sagrada Familia, pero sufrí un ataque de ansiedad en mitad de las escaleras y allí me quede, en posición fetal y llorando a medio camino. En ninguna de las dos conseguí llegar hasta el final. 

El caso. Que en mi sueño yo estaba pegada al suelo, y el corazón se me salió por la boca al ver a mi novio caerse al vacío. Tras recuperarse en el árbol, regresó a la cima del rascacielos, donde estábamos con más amigos, y yo le eché la bronca obvia con mi cara aún pegada al suelo. Pues no va y me dice que soy una exagerada. Que no era para tanto y que soy una miedica. Por Dios, que se cayó de un rascacielos por hacer el pino, es que acaso soy yo la loca??

Después de eso aparecía una ola gigante debajo de nosotros, acercándose de la manera en que se acercan en las películas cuando van a engullir el estado de Washington enterito. Y yo volví a quedarme sin respiración, sufrí taquicardias, y dije por Dios, por Dios, mirad esa ola que viene hacia nosotros!! Y la gente, mis amigos, se reían y me decían que no fuera tan exagerada, que no era para tanto. La ola era limitada, y por los lados dejaba espacio al vacío. Es decir que había dos opciones: o dejarse engullir por la ola gigante y negruzca, o saltar por los lados al abismo y morir despeñado. Ninguna de las dos opciones me convencía. 
Por alguna razón la gente a mi alrededor no parecía estar preocupada en absoluto. 

Luego vinieron 2 señoras de la limpieza (mientras esperábamos a morir ahogados o despeñados, les debió parecer un buen momento como cualquier otro para limpiar) y le comentaron a mi novio que se parecía a alguien. Yo sé que era mi novio porque así lo sentía en mi sueño, pero se había convertido en un señor mayor con bigote. El contestó a las señoras de la limpieza ‘ya, si, si me lo han dicho muchas veces. Parezco marroquí.’
Y la verdad es que en la vida real, aunque no es ningún señor mayor ni tiene bigote, sí que parece marroquí.

Entonces me he despertado, muy agitada, y he despertado a mi novio también, porque como comprenderéis  tenía que contarle urgentemente mi sueño. Mientras le relataba, hemos ido a la cocina a preparar el desayuno. Al terminar mi historia él ha intentado tranquilizarme, a lo que yo le he respondido abriendo la nevera y dándole con la puerta en toda la cara. Y claro, si ya estaba nerviosa antes, imagínate después de meterle esa leche sin venir a cuento, pues ya no podía más en mí. Que ha sido un accidente, sí, pero eso no te deja más tranquila.

Y con las mismas me he duchado, vestido, y he venido al trabajo a ver si me calmaba un poco. Lo primero que he hecho ha sido beberme una coca cola light. Y aquí sigo. Normalmente lo primero que hago es darle al play en spotify y ponerme mis cascos, radio indie modo on con canciones activas y eso. Pues no os digo mas, pero hoy he mandado el indie a pitis y estoy escuchando olas. Sonidos de olas y de mar, de playas y de lluvia contra los cristales.
A ver si se me pasa el susto.


Así era mi cara más o menos durante la noche y parte de la mañana