martes, 28 de junio de 2011

Sleepless summer night


La noche agudiza el ingenio, y los mosquitos son malas personas.

Cuando hace calor nunca puedo dormir, y el karma intenta vengarse a través de recuerdos. Me baño en palabras de otros, para combatir el sofoco.
Lo que creo es que nadie necesita una opinión más. El mundo está lleno, todo el mundo tiene su mierda de opinión y se empeña en que te enteres de ella.
 David Trueba a veces tiene razón, y a veces no. No hay muchos libros que, como 4 amigos, recojan citas ineludibles cada medio párrafo y te dejen el regustillo de una buena ensalada en verano.

Pero yo hoy prefiero otro escritor y guionista y director de cine. Y fabricante compulsivo de enunciados redondos.

"Me dijo: 'El ruido de todas las ciudades del mundo no pueden tapar el sonido de mis tacones', y yo no supe qué coño contestar a eso."

Yo también quiero un diario chino como el de Ray Loriga. Sin pan, ni mantequilla, ni ensalada, ni cuchillo.

A veces me paro a pensar mientras voy corriendo y las piernas no me dan más de sí.

Las cosas que a nadie le importan son las que luego publico, y al revés. Sin embargo las que a nadie deberían de importarle son las que más interesan, de ahí el Facebook y Sálvame y las mirillas de las puertas.
Mi abuela usaba la rejilla del buzón, ahora se usan las redes sociales.

Un diario sin conclusiones, que no sin ideas. Así deberían de ser todos. Nebulosos. ¿No son así los días?
Hay días grises y días que se empeñan en esconderlo, aunque la luz te ciegue de camino al autobús.  Hay otros en que todo se me pasa y no dejo de acordarme de nada.
A veces pasa, otras se queda. Todo depende de cuánto le permitas prolongar su estancia.

Las damas no tienen nada de caballerosidad en el juego, y el ajedrez es puro racismo. Y aprietan un reloj y pasan turno y todo muy en silencio, porque se necesita concentración para comerte a un peón, un caballo y dar jaque mate a un Rey amedrentado. El pacifismo de esa guerra me abruma.

La música de aeropuertos es un género como otro cualquiera, como el pop o el country.

Los momentos están tejidos con pequeños acordes y nunca nos damos cuenta hasta que lo vemos en las películas.

Para terminar os dejo el enunciado de la semana, si no del mes o del año.

“Antes amé a mujeres que tenían planes más importantes que el amor. Ni que decir tiene que esos planes se cumplieron. Saber que mi mujer está cerca me ayuda mucho a quererla. Nadie debería ir muy lejos para besar lo que más quiere.”
Ray Loriga


Y es que aun siendo Héroes, Lo peor de todo es que Tokio ya no nos quiere.

miércoles, 22 de junio de 2011

Ensayo sobre el Moderneo, parte I


Ensayo, del verbo ensayar. Nada de cosas filosóficas. En-sa-yar.

Moderneo, Cuidado: no confundir con “modernez” o “modernidad”.
De acuerdo con la RAE,
  • Modernez: Modernidad.
  • Modernidad: cualidad de moderno.
Después de estas aclaraciones siempre útiles que suele aportar la RAE en cuestión de significados, se llega al término que por fin cuenta con una definición:

moderno, na.
(Del lat. modernus, de hace poco, reciente).
1. adj. Perteneciente o relativo al tiempo de quien habla o a una época reciente.
2. adj. Que en cualquier tiempo se ha considerado contrapuesto a lo clásico.
3. adj. p. us. Dicho de una persona: Que lleva poco tiempo ejerciendo un empleo.
4. m. En los colegios y otras comunidades, hombre que es nuevo, o no de los más antiguos.
5. m. pl. Las personas que viven en la actualidad o han vivido hace poco tiempo.
a la ~, o a lo ~.
1. locs. advs. Según costumbre o uso moderno.


Tampoco confundir con “Modernismo”.
·        Modernismo:
1. m. Especialmente en arte y literatura, afición a las cosas modernas con menosprecio de las antiguas.
2. m. Movimiento artístico que, en Hispanoamérica y en España, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se caracterizó por su voluntad de independencia creadora y la configuración de un mundo refinado, que en la literatura se concreta en innovaciones lingüísticas, especialmente rítmicas, y en una sensibilidad abierta a diversas culturas, particularmente a las exóticas.
3. m. Movimiento religioso de fines del siglo XIX y comienzos del XX que pretendió poner de acuerdo la doctrina cristiana con la filosofía y la ciencia de la época, y favoreció la interpretación subjetiva, sentimental e histórica de muchos contenidos religiosos.


Una vez que habéis leído y aprendido en su caso estas nuevas acepciones, olvidadlas.
No tiene absolutamente nada que ver con  lo que voy a contar aquí.

La corriente del Moderneo está formada por modernos, sí, pero no estos modernos al uso. Son calificados así con una tremenda ironía, porque son la absoluta antítesis de un moderno al uso.

El Moderneo se caracteriza por la actitud vintage, porque lejos de ser un atributo aplicable a la moda, el Retro-vintage ya es toda una actitud. Una forma de vida. Practicamente una religión.
Existe una competición silenciosa por conseguir los objetos más antiguos: si éstos los usaba tu madre molan, pero si los usaba tu abuela molan todavía más. Si quieres saber más sobre ellos, permanece atento a la pantalla.


Look basic del Buen Moderno


  • Gafas de sol wayfarer en sus modelos más viejunos (con pasta únicamente por la parte superior). Si no hay sol, encuádrate la vista con unas wayfarer graduadas. En caso de que seas un desafortunado y no tengas graduación, puedes optar por dos cosas: forzar un poco el enfoque y rezar para que en la próxima revisión te haya subido la miopía, o comprarte unas sin graduar. Si eres de los atrevidos, pilla unas sin cristales.
  • Sombrero de paja de ala ancha o en su defecto pañuelo a la cabeza anudado modo corbata-en-año-nuevo.
  • Pelo cuidadosamente desaliñado
  • Camisetas de grupos indies –si puede ser que nadie conozca- o camisas de cuadros. El pantalón, siempre pitillo.
Si eres chica, opta por tiendas de segunda mano en las que podrás comprar por precios desorbitados prendas que en realidad valen dos euros. No te sientas timada: lo que pagas es la originalidad de la prenda y su antigüedad. Con el tiempo, además de apolillarse y crear bolitas imperecederas, la ropa también se revaloriza. No te pierdas tiendas como Retro City o Popland, maravillosos universos creados por y para modernos.

  •  Calzado. Para no fallar puedes optar por unas victoria, o unos zapatos Oxford si la ocasión lo requiere. Tanto en chicos como en chicas se valen muchos más tipos de calzado que cuando comenzó el movimiento, si bien es verdad que si quieres ser un buen moderno has de compartir la creencia de que el zapato o zapatilla es un elemento SAGRADO en la vestimenta. Cuídalo hasta el aburrimiento.

En general, no tengas miedo a vestir estrambótico. Cuanto más vistoso e inapropiado, más proyectarás el espíritu del moderneo.

  • Accesorios. Plántate un Casio de cualquier material o color. Si guardas el que usabas con 12 años, genial: así podrás dejarlo caer con aire despreocupado siempre que tengas ocasión.
En la otra muñeca no olvides coleccionar todas y cada una de las pulseras de todos y cada uno de los festivales a los que vayas, así acumulen roña y se deshilachen sin piedad. Aguanta: son medallas de guerra, el resto de la gente podrá comprobar de reojo cuántas batallas indies has librado y tu grado en la escala de modernez.

Si aún no la tienes, ya estás tardando en conseguir una cámara réflex con el objetivo más grande que puedas. No te dejes convencer por los que te dicen que no tiene ningún sentido que te compres algo tan caro si nunca te has interesado por la fotografía. Eres moderno, y eso siempre lo has llevado dentro.
No te desanimes porque en tu vida hayas dado clase alguna, o no hayas practicado más que para pésimas autofotos en tu infancia. El fotógrafo no se hace, se nace. Y si tú has nacido moderno, el objetivo, el diafragma, los motivos y la luz se aliarán para darte las instantáneas más artísticas de los festivales y exposiciones a las que asistas.

En cuanto a la música (hablaremos más adelante, porque sin la música este movimiento no tendría sentido), hazte con un iPod de 500 gigas que ocupe 4mm y pese 0,2 gramos. Da igual si estás sin blanca: si no es iPod, no vale.
Una vez lo tengas, engánchale unos Panasonic modelo Retro que ocupen 50 cm, pesen 8,3 kg y no sean plegables. Para compensar.

  • Para desplazarte: nada de coche. Nada de moto, aunque en un principio se optara por la vespa. Nada de transporte público, ¡¡Por favor!! Para convertirte en un buen moderno lo PRIMERO      que necesitas es una bici. Por supuesto, ni se te ocurra cogerte una montain bike último modelo, eso es una bakalez.
No te compres tampoco la primera que pilles porque el vendedor te diga que es buena para una ciudad como Madriz. Busca bien, remueve Roma con Santiago hasta que des con la bici más retro y cara que puedas. Si logras juntar ambos términos en su máximo exponente, estarás ante la bici perfecta.

No importa que Madriz no sea Ámsterdam, que no tenga el terreno llano ni esté construida para andar en bici. Da igual que las distancias sean mucho más largas y estén repletas de subidas y bajadas apenas acondicionadas para estos vehículos, ¡no te desanimes por echar el bazo y llegar sudado a la uni, al trabajo o a Pitis! Eres moderno y eso te compensa. Llegas y aparcas tu bicicletita en la puerta de donde sea, candándola convenientemente. Podrás entonces apartarte el pelo de la cara de un soplido, restregarte el sudor de la frente con la mano y observar con orgullo la mirada de admiración de todos tus amigos, de los que pasan por tu lado y del mundo entero.

  • Alimentación: los modernos son seres muy delicados. Casi etéreos, se alimentan a base de productos no-tradicionales porque en esta corriente todo lo que suene raro es guay. Abundan los vegetales, porque además de concienciados con el medio ambiente (léase el uso de bicis en grandes ciudades), también lo están con la salud. Sushi, humus, gazpacho, soja y tofu son la base de su pirámide alimenticia. 
... TO BE CONTINUED...

    martes, 21 de junio de 2011

    Día de la música y otras cosas


    El domingo fui al Día de la Música 2011 de Heineken.
    No sé por qué se llama “día de la música” cuando son 2 días, pero bueno.
    Yo he venido aquí a hablar de mi libro.

    Fui aunque estaba muy cansada y mi cuerpo me pedía un domingo típico, de sofá y peli y todo eso. Pero el cielo estaba de un humor Little Miss Sunshine y nunca puedo negarme a señales como esas. Y si se trata de música y cuando mi economía me lo permita, siempre estoy disponible.

    De camino allí, cogí un metro lleno de modernos. Nunca me había visto tan rodeada de ellos a plena luz del día, y me gustó. Aunque me meto mucho con ellos, los modernos me gustan. Yo misma tengo cosas de moderna, lo admito, aunque no lo soy el 100%. Ni siquiera el 50%.
    Me pasé todo el trayecto observándoles al detalle.

    Cuando llegué allí, me senté en los primeros escaloncitos que vi a esperar a mi amiga Nut. Me pesaba todo el cuerpo, por eso me había decidido por el vestido más ligero que tenía en el armario. Había olvidado las gafas de sol en casa de mi hermana el día anterior, pero no quise renunciar a taparme mis ojos de cansancio –con sus respectivas bolsas del caprabo- y terminé por coger las horribles gafas de mi madre. No es que sean horribles en sí, es que el modelo aviador siempre me sentó como un tiro en la nuca.
     A pesar de todo me las puse, mientras whatssaepaba para aligerar la espera.

    Al ratito apareció Nut, morena como siempre. Había elegido su ropa con acierto, falda negra y camiseta morada. El morado siempre me ha sonado a Nut, no sé por qué razón. Por el contrario, yo había elegido un vestido blanco ibicenco que resaltaría mi moreno si lo tuviera. Como estoy de un blanco nuclear, simplemente se mimetizaba con mi piel asemejándome a copito de nieve. Pero era ligero, así que estar vestida o no con acierto me importaba un soberano bledo.

    Una vez salimos del metro, nos dispusimos a tomar una caña casera. Esto es, de estas que te puedes tomar en la calle. Nos dirigimos a las cercanías del recinto y pasamos junto a un sorteo organizado por el festival. Como buenos modernos, sorteaban una bici. Supongo que sería retro, claro, si no no tendría mucho sentido y se rebajaría su status a tómbola de pueblo.

    Estuvimos un rato en un portal de la casa más habitada del mundo, porque no paraba de entrar y salir gente y más gente y no podíamos sentarnos a gusto en su rellano. A punto estuve de recriminarles su falta de educación, pero me reprimí por eso de guardar fuerzas. Las necesitaba.

    Cuando entramos al festival debimos de andar 1 kilómetro por lo menos. No llegamos a Mordor, pero casi. Desde que nos revisaron el bolso hasta que nos pidieron la entrada pasaron 20 minutos largos andando. Al acceder por fin al recinto, se me contagió el espíritu festivalero.

    A partir de ahí hicimos lo de siempre: comprar tickets calculando fatal (sólo a una mente retorcida puede ocurrírsele la idea de los tickets para que la gente tenga que pasar  de euros a tickets y de tickets a minis), cotillear todos los escenarios, fichar los diferentes puestos de comida de modernos (en los que el plato estrella era el gazpacho y el humus, por supuesto).

    Luego ya empezaron los conciertos y eso y casi no nos enteramos de quien toca en el escenario al que vamos, pero al final sí y nos gusta. Nos acompañan el novio de Nut y sus amigos, unos modernos de pro que nos camuflan bien entre la gente.
    Me arrepiento de haber dejado en el último momento en casa el gorro de paja redondito. Pienso en él, en el sol, y lo echo de menos.

    Antes de que acabe el concierto de Janelle Monae salimos pitando para el escenario de entradas, que toca Russian Red y queremos verlo bien. Mientras esperamos a que empiece, hablamos. Solemos hacerlo a menudo. Hablar. Empieza el concierto y seguimos un poco con la conversación, porque no habíamos terminado. Somos solo dos chicas con voces dentro de la escala habitual, hablando de algún tema cualquiera.

    Las dos chicas de atrás no deben verlo muy normal. O están sordas y no pueden escuchar la voz de Russian Red que sale por los 10.000 altavoces e inunda el recinto entero, o son extremandamente sensibles a las conversaciones ajenas, pero nos piden que bajemos la voz. En un concierto al aire libre, en una conversación en tono normal, nos llaman la atención.
    Nos indignamos.

    Mientras Lurdes sigue encima del escenario, con un vestido precioso y rodeada de elegantísimos músicos de traje negro. Pienso que sin duda, además de una voz preciosa tiene mucho estilo.

    En este concierto no nos acompañan nuestros amigos modernos, pero nos unimos a ellos después. Queremos coleccionar minis vacíos para conseguir la bici y ser unas buenas modernas. Con ayuda, conseguimos apilar 21 y vamos corriendo al tienducho a pedir nuestra bici. Cuando llegamos, nos dicen que la bici ya ha sido sorteada y solo pueden darnos un abrechapas. Qué decepción.

    Aun así, Nut ha sabido sacar partido durante toda la tarde y ha ido regateando minis con un éxito pasmoso. Intento ficharla para el FIB, creo que puede realizar una excelente tarea abaratando los costes.

    Nos sentamos de nuevo al pie de escenario, esperamos y seguimos con esa rara costumbre que tenemos, hablar. Nos encontramos a gente conocida, de estas que no te esperas encontrar y después de saludarles piensas que tu vida hubiera sido la misma si no te les hubieras encontrado. Empieza el musicón, a saco, y los modernos bailan y sudan y enloquecen por momentos y yo tengo miedo a veces, pero me mimetizo con el ambiente y salto y bailo y me lo paso bien. Hace horas que no me acuerdo del cansancio, ni de lo que me pesa el cuerpo ni lo ligero que es mi vestido, aunque sea blanco. Me suelto el pelo literalmente, y no puedo dejar de reírme porque es lo que me ocurre cuando me estoy divirtiendo mucho.

    Entonces ya es tarde, y vacilo un poco a Nut con que al día siguiente me negaré a ir a trabajar. Mentiré y no iré y la dejaré ahí. Y dormiré todo el día. Nut se indigna mucho, dice que le toca a ella. Que no puedo hacer eso. Yo me río y simulo un tirón en el cuello, Nut se chiva a su novio de lo que pretendo hacer.
    Al final ya decidimos que está bien de hacer el tonto y bailar de formas raras y mentar a palomita te quiero, así que nos despedimos. Cuando nos dirigimos a la salida tenemos mucha hambre, así que nos paramos en un puesto a comprar  un wrap vegetal de moderneo. Nos contesta una mujer con cara de guiri cansada, hace 5 minutos que ya no sirven comida. Pienso en lo mal planteado que está eso, y la poca rentabilidad que van a sacar del post-concierto, el cansancio y la hambruna de madrugada.

    Después del kilómetro de rigor, conseguimos salir del Matadero de Madriz.
    Cogemos un metro mucho más vacío de modernos, porque siguen dentro del festival. Les echo de menos. Cuando llego a mi parada tengo que pedir un taxi, porque ya no hay buses a mi cerrito. A veces me molesta vivir en un cerro.

    El taxista es muy amable, no me molesta con conversaciones absurdas que ninguno queremos tener, solo me mira de reojo para ver si estoy bien. Lo estoy. Pero ahora si que noto como me pesa todo el cuerpo, y solo me apetece dormir. Y comer. Pienso en mis cosas hasta que veo la puerta de mi casa y le aviso que, como le dije al principio, me bajaré a sacar dinero. Me contesta tan amable como cuando me subí, y yo bajo corriendo para no hacerle esperar. Cuando ya le he pagado y estoy andando hacia el portal, noto como el coche va avanzando despacito, paralelo a mí. Cuando ve que abro la puerta, se detiene por completo hasta confirmar que entro sana y salva. Yo observo todo eso estupefacta, porque un taxista extranjero al que no conozco se está preocupando porque una chica sola esté a salvo de camino a su casa. Me parece entrañable. Creo que es algo que todos los chicos debieran hacer y sin embargo no lo hacen. La caballerosidad es un valor que se está perdiendo.

    Decido que escribiré una disertación otro día sobre esto, y me acurruco en la cama de un salto. Mañana será otro día en el que no habrá tirón, ni historietas, e iré al trabajo.
    Hay que saber estar en los días de la música y en los días que no lo son.
    Sonrío un poquito, porque las fuerzas no me alcanzan, y cierro los ojos.

    Coleccionando vasitos para nuestra bici

    Blanco nucelar
    Aquí las dos

    martes, 14 de junio de 2011

    Once upon a time there was a baby-LadyMadriz


     Just a bit greener but so naive, so different but the same in a way.


    Ages ago I discovered Jeff Thomas (The Art of Azuzephre), Pon & Zi, surfing the net. I was so touched by their cuteness that inmediately I fell in love. 8 years later, even though -luckily- I'm not "so damn emotional about everything" as I used to be, and Pon & Zi turned out to be more emo than I thought, still find them cuttest.


    Don't you?



    sábado, 11 de junio de 2011

    Teen is back

    Puede que ladymadriz.com vaya por temporadas, es decir, todo y todos necesitamos un break. 
    Puede que no se trate del fin, si no de unas no descansadas vacaciones.

    A pesar de haber invertido la mitad de este sábado en empezar y acabar uno de los libros con más gracia de los que he leído en toda mi vida, no me noto especialmente animada. Tampoco tengo ganas de escribir en ese tono, algo extraño. Cuando leo un libro, suelo adoptar de forma temporal la perspectiva del autor. Interiorizo su forma de expresarse y no me la puedo quitar de la cabeza, así que todo lo que pienso y escribo durante esos días tiene el estilo del autor del libro. 

    Pues en este caso no ha sido así. Debería estar escribiendo de forma irónica sobre los gusanos de seda como portadores de valores eternos, o sobre la filosofía de las máquinas tragaperras, o sobre por qué narices Gazpacho, el andaluz de Los Fruitis, era un PIÑA. Es más, por qué narices existía el cactus de Pincho si todos eran frutas. O por qué Mochilo no denunció a Doraemon por plagio (si bien es verdad que un bolsillito en la barriga es mucho más práctico que un mochilón a la espalda).

    Estas y otras preguntas existenciales me atormentan diariamente. No puedo evitar cavilaciones de este tipo. Nadie parece reparar en ellas, y lo que es peor, a nadie parecen preocuparle. Y la coherencia de éste nuestro mundo se tambalea, y una ya no sabe a qué atenerse.

    Podría escribir también uno de mis artículos de opinión, más serios y formales, sobre el 15M. La verdad que llevo muchos escritos sobre este tema, pero todos mentales. Lo malo de los escritos mentales es que no se graban, y luego no los puedes volver a leer. Aunque acabes de crear una obra maestra y puedas con ella alumbrar al mundo y salvar a sus habitantes de la ignorancia en la que se mecen, da igual. No puede recuperarse. Creo que en algún momento alguien debería inventar algo para que esto no fuera así, y pudiera recuperarse toda la información de nuestro disco duro personal. Como los pensamientos, o los sueños, o los recuerdos. Deberíamos exigir el derecho a la información, con más razón si se trata de nuestra propia información. No debería volatilizarse así como así. En vez de inventar cosas banales como iPads y móviles con 4G, tendrían que centrarse en cosas esenciales como ésta.

    Podría escribir sobre otras cosas de teen, ahora que vuelvo a serlo. Hubo un momento en que lo dejé.
    No sé cómo ni porqué, solo sé que ya no era una teen ni quería serlo. Pasaron meses. Pensé que finalmente había dejado esa etapa, y por mucho que me costase aceptarlo, no volvería. No es que no quisiera crecer, es que pensé que eso nunca sería incompatible con seguir siendo un poco teen. No quería convertirme en una de esas personas aburridas que no dicen nunca tonterías. Sabiendo que son tonterías, claro. Porque gente que dice tonterías como catedrales hay muchas, la diferencia es que ellos las piensan de verdad y las dicen en serio. No, yo me refiero al estupendo hobby de rellenar el tiempo con sandeces porque sí, porque te da por ahí. 

    Ser una teen no es sólo eso. Es también equivocarse mucho, porque se tienen muchos impulsos. Yo en eso soy una experta. En equivocarme, y en tener impulsos. Y en todo a la vez. Aunque considero que sé analizar bastante bien las situaciones y mi capacidad de raciocinio es altamente buena, también sé que soy muy de extremos. Qué le voy a hacer. Y tal como puedo ser la persona más fría y con más temple, puedo también dejarme llevar por mi parte visceral y hacer cosas muy poco razonables. Y es que al igual que puedo ser muy coherente, cuando ganan mis sentimientos a veces puedo actuar nonsense.

    Si no eres un teen si no un auténtico grown-up, no haces eso. Porque has aprendido a esconder la parte sentimental, la que te lleva a cometer locuras para bien o para mal. Has decidido esconder el punto espontáneo e improvisado, y has cambiado el "go with the flow"  por la vida planificada, rutinaria y limitada como un encefalograma plano. La parte buena es que ya no te equivocas en cosas de estas, porque controlas los impulsos. O ni los tienes. Sea como sea, no metes la pata.

    No digo que algún día no llegue a ser todo eso. Pero no es el momento, porque desde hace unas semanas ha vuelto. Teen is back. La seriedad absoluta que se había instalado en mi vida ha desaparecido, para dejar más paso a algunas estupideces que llevaban meses esperando en la puerta. También a los impulsos, que a veces me llevan a vivir los mejores momentos y otras a meter la gamba hasta el fondo.*

    Intento no torturarme mucho con estas cosas, porque creo en el dicho.
    Quien no arriesga, no gana.


    *Reflexión del día: Gamba= pierna. La expresión "meter la gamba" será cosa de un español que se tiraría el rollo con sus conocimientos de italiano?

    Hablando de sueños (bien, permitidme usar esta muletilla aunque no tenga mucho sentido), hoy he recordado uno que tuve hace unos meses. Estaba en compañía de una señora, que tenía pinta de celestial por el halo de luz que le rodeaba y todo eso. Yo lo veía muy normal, porque en los sueños ya te puede aparecer Bob esponja invitándote a cazar medusas por las playas californianas que a ti te parecen minucias del día a día. La mujer me hablaba sonriente. De pronto, de un agujero de luz comenzaron a salir correteando un montón de niños, unos 5 o 6. Todos eran de la misma edad, unos 5 años, y venían corriendo hacia mí. 
    Me dirigí a la señora celestial en busca de una explicación.
    - ¿Quiénes son? - La mujer fabricó una nueva sonrisa para mí.
    - Son los niños que hay en ti. 

    Eso me dijo. Resulta que a diferencia del resto de los mortales, la frase de "el niño que llevas dentro" no se ajustaba a mi caso. ¡Porque yo no sólo tenía uno, tenía un montón! Había niños y niñas. Eran rubios y también morenos. Todos reían y me abrazaban. Y yo les abrazaba a ellos, porque tenía la sensación de que les conocía de toda la vida y llevaba mucho tiempo sin verlos. 

    Este sueño, a parte de ser un fiel reflejo de mi surrealista mundo interior, puede que sea una buena señal.
    Teen is back. Y espero que haya vuelto para quedarse un largo tiempo.