*Aviso: el tono es mucho más rápido, al igual que lo fue el día.
Jueves 5 de abril
Vamos al barrio cool de LX Factory, entramos en una librería
inmensa y molona que tiene hasta una sala con un piano de cola y un micrófono,
y nos hacemos fotos absurdas que no pegan nada con la situación pero nadie nos
ve y nos divertimos.
Comemos en un cortijo que me recuerda al de ‘Y tú mamá
también’ donde nos atiende una portuguesa muy moderna y muy guapa. Mientras
espero a ala comida me dedico a hacer fotos a la nada, procurando estar atenta
por si se cruza la camarera y puedo hacerle una foto improvisada. Le repito a
David que a mi lo que me gusta es inmortalizar la espontaneidad de lo
cotidiano, que no me gustan las fotos forzadas y artificiales y que lo mío es
captar la esencia. Se lo repito veinte mil veces para que se le quede grabado
mi naturaleza como fotógrafa, y para aprendérmelo yo también porque acabo de
inventarme mi definición pero me gusta bastante. David me mira con cara de
suplicio y me intenta callar con un “ya, ya, captar la esencia, si ya lo sé”.
Decido que ya se lo ha aprendido lo suficientemente bien y sigo a lo mío.
Luego vamos a la playa y nos bebemos un par de cervezas,
aunque ninguno sabemos diferenciar muy bien cuál es cuál. Cae alguna foto, yo
intento captar la esencia de todo lo que nos rodea pero David me lo pone muy
difícil con sus críticas destructivas. Aún así le uso como modelo un ratito,
para que por una vez acate mis órdenes frente a la cámara y no al revés.
Hace viento y nos vamos. Dejamos las cosas y David se vuelve
a ir a una reunión, pero vuelve pronto. Mientras me dedico a callejear y
perderme por el barrio alto, y descubro nuevos sitios que me encantan. Pregunto
20 veces el camino de vuelta hasta que lo encuentro, y llego justo a tiempo
para quedar con David en la puerta. Me cuenta que ha estado en una casa muy
molona con un grupo de brasileños también muy molón al que va a grabar un tema que
además han mejorado. Me dice que al subir a casa me lo enseñará, pero ese
momento nunca llega porque se tiene que ir de nuevo. Me quedo en casa a
esperar, como una ama de casa aburrida. Yo tengo mucha energía, no sé si es
porque es mi último día o porque llevo unos cuantos disfrutando un montón, pero
me apetece salir. Pongo música y bailo. Vamos a cenar la ensalada de garbanzos y pruebo la Gingia con cerveza, aunque
dice David que eso sólo lo aguantan los hombres muy hombres. Debe ser cierto,
porque aunque no me desmayo llevo ya unas cuantas vueltas de más.
Volvemos al Barrio Alto y salimos como si no hubiera un mañana,
aunque la verdad es que sí que lo hay y será el día en que tenga que coger el
avión de vuelta. Decido no pensarlo.
Ya he llenado el saco de 'cosas sobre las que pensar' en este viaje, creo que no necesito más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario