Hay cosas de los gimnasios que no entiendo. Cosas que se me escapan.
Voy a resumir porque hoy es viernes, y además es un viernes de verano, lo cual significa pereza infinita hasta para deslizar la vista. Sí, esta expresión que suena tan liviana y parece hecha casi de aire, cuesta horrores en días como hoy. Precisamente porque aire no es lo que sobra, y la pesadez se apodera de nosotros.
Inexplicablemente días como hoy yo voy al gimnasio, porque suelo hacer cosas así de incoherentes.
Llevo algunos meses yendo a este curioso lugar, y cada vez que voy me indigno sobremanera por cosas como éstas. Cosas que, sencillamente, se me escapan.
1-.Debería existir una cláusula en la inscripción de todo Gym en la que se asegurase a la víctima que no existe NINGÚN TIPO DE UNIÓN entre ella y el resto de usuarios, y esto es así. Ya que vas a pasar allí unas cuantas y preciadas horas de tu vida, por lo menos deberían darte una copia de todos los nombres y apellidos que lo frecuentan, y sus horarios. Antes incluso que el timetable de las clases, lo que debería exigir toda víctima es una lista de usuarios. Para evitar precisamente esa obligación a cruzarte con quién no quieres, lo que es peor, a sudar durante horas justo al lado de quien no quieres. Y es que no puedes escabullirte con un "no, he quedado" o "bueno, si es que ya me iba", o "qué alegría verte, pero es que llevo prisa". NO, porque estás en un gimnasio, y eso es igual a una cárcel en la que estás obligado a quedarte, mínimo, una hora. Así que lo máximo que puedes hacer es cambiarte de máquina y esperar tu incómodo encontronazo no decida trabajar los abdominales ese día.
Otro de los motivos que sustentan la necesidad de esta cláusula es la libertad a ir como te salga de las narices. Yo soy de las de estar por casa. No tengo outfits especiales de gimnasio, salvo unas asics que me sirven lo mismo para un partido de voley que para una clase de spinning. En cuanto al resto, me gusta combinar leggins de dudosa calidad con camisetas de domingo en el sofá. Yo al gimnasio voy a tener mi momento de intimidad, lo único es que tengo que compartirlo con cientos de personas. Pero eso es un detalle que no me importa. Lo que sí me importa es conocerlas. Porque puedes tener tu perfecta intimidad rodeado de desconocidos, con tu moño despeinado, tu flequillo recogido y tus camisetas de domingo hechas un nudo. Pero NO PUEDES HACER NADA DE ESO si conoces a una sóla persona en el lugar. Te estallan tu burbuja de pasividad y tienes que preocuparte por tu aspecto, por si estás demasiado mojado, o por tus outfits pasados de moda hace siglos.
Y lo peor no acaba aquí. Lo peor viene cuando uno de esos conocidos se acerca cuando estás en pleno auge atlético, dándole a la elíptica como si no hubiera un mañana, y se apoya tan tranquilo dispuesto a mantener una conversación. Tú intentas mantener el tipo a la vez que la respiración, hilar frases coherentes e intentar que las gotas de sudor no desvíen demasiado su atención. Y mientras, por dentro, deseas usar una onda vital devastadora y hacerle desaparecer en ese mismo instante. "En serio, ¿Quién te hace pensar que es un momento idóneo para hablar cuando no puedo ni respirar, IMBÉCIL??". Pero eso no lo dices. Sonríes, te secas con la toalla con delicadeza y lanzas otra pregunta, esperando que se enrolle lo suficiente como para darte tiempo a recuperarte de la parada cardíaca.
Conste en acta que apoyo el ir con gente al gym. Pero con la gente que tú elijas, no la que te impongan las circunstancias. Eso se avisa. Yo voy con mi amigo Mos, que es el mejor amigo del mundo por muchas cosas, entre ellas porque puedo ir con él al gimnasio. Y llevar mi coleta y mis horquillas y mis pintas, y sudar como si fuera la primera vez y mientras hablar, incluso reírme y hacer chistes. Pero que cada uno decida su compañía, por favor, que no nos coarten la libertad.
Y, por supuesto, absolutamente prohibido saludar con dos besos. POR FAVOR.
2-.Alguien debería avisar a los motivados de gimnasio que existe cuerpo más abajo de su cintura.
Sinceramente, no creo que hayan reparado en ello en todas las horas que llevan acumuladas a sus espaldas (y nunca mejor dicho). Y me dan lástima. Alguien debería unirles en plan terapia, un "tenemos que hablar" bastaría. Y una vez sentados, hablarles de partes como los muslos o los gemelos. Enseñarles ese trozo del cuerpo humano que la serie de dibujos no les supo mostrar. Creo que les ayudaría bastante.
Entre otras cosas, a compensar un poco su figura. Nunca entenderé el porqué de ese Modelo Croissant a alcanzar. Me parece de las cosas más horribles del mundo, pero lo respeto. Lo que no puedo respetar es la ignorancia de su propio cuerpo, porque debería ser ilegal. ¿O es que las piernas no es una parte importante del cuerpo? ¿Porqué esos desprecios? ¿Porqué las relegan a ser los alambres que sujetan sus antebrazos de 8 kg cada uno, y sus espaldas inabarcables? ¿Purqué? Alguien debería luchar contra eso, y contra el envoltorio azul de los sugus de piña. Y eso es así.
3-. Añadiría además una orden de alejamiento a todos los monitores.
Eso sí, que pudiera quebrantarse cuando la víctima así lo requiriese, y volver a restablecerse en cuanto esta misma hiciera un gesto clave. Por ejemplo, un "go away baby" al estilo negra de Broocklyn. Esto ya sería a elección.
Pero como he dicho, el gimnasio es un momento de intimidad. Y sí, los monitores son necesarios debido a nuestra innegable inutilidad frente al ejercicio y las nuevas tecnologías, pero hasta ahí. Hacer tablitas, dar consejos, y aire. Déjame ponerme los cascos y por favor, no me hagas quitármelos en mitad del temón para responderte a tu diario "qué tal lo llevas". Si ves que pedaleo, estoy por el buen camino.
Dejar claro que agradezco su amabilidad extrema y su preocupación maternal por las víctimas, pero me resulta innecesaria, incómoda y potencialmente ilegal. Si no deseo hablar con conocidos por mi propia salud, por riesgo de descoordinación, etc... ¿Porqué querría hablar con un superdesconocido?
4-. He dicho que iba a resumir, pero lo cierto es que nunca he sabido hacerlo. Es un trauma que dejaré para otro día. Lo único que sé hacer es cortar a mitad para no escribir biblias diarias, así que aceptad pulpo como animal de compañía. Podría seguir con vetos directos a las miradas fijas de personas del sexo opuesto, por ejemplo. Esas personas que quién sabe por qué, deciden clavar su atención en ti durante el tiempo que aguantes sobre la máquina, sin importarles si a ti te apetece hacer de escaparate o no. O con las señoras que te meten prisa para que acabes ya, porque creen que están en la cola del súper y les toca a ellas. Podría seguir, porque hay muchas cosas que se me escapan.
Pero es viernes. Y es verano. Y aunque los resúmenes nunca han sido mi fuerte, siempre se me dieron bien las despedidas.