lunes, 24 de diciembre de 2012

Fans de John Boy

Todos los raros fuimos al concierto...


A decir verdad no se trataba de un concierto, tampoco había demasiada gente rara. 
Era un miércoles como otro cualquiera. Tenía el encargo de comprar una parte del regalo de mi jefe, que como buen freak, es un aficionado de los cómics rarunos. Aproveché que tenía ir a la FNAC sí o sí para hacerlo coincidir con el día que iba a firmar su nuevo libro uno de los cantantes a los que tengo más cariño: Santi Balmes, de Love of Lesbian.

Aunque quizá algo groupie (vale, nada de quizá ni de algo;) nunca he sido demasiado idólatra. Me gustan los grupos porque me enamoro de su música, pero ellos como tal me parecen personas normales y corrientes que se dedican a un determinado trabajo que les gusta. Puedo bromear con que alguno de ellos, como en el caso de Mumford, será el padre de mis cachorros, pero ni con esas. Ni con 13 años me ha dado por acampar 3 días antes en la puerta de un concierto o de un hotel, ni pintarme la cara con los nombres de mis ídolos, tampoco he llorado o gritado ni una sola vez al verles por mucho que me gustaran. Pero hoy no he venido aquí a hablar de mí ni de mi libro, si no del de Santi Balmes. O más bien, de su presentación.

Una vez exploradas todas las plantas de la FNAC y tras preguntar por el cómic de mi jefe, divisé una pequeña fila de personas en mitad de un pasillo. Bingo. Me hice con uno de los ejemplares de "¿Por qué me comprásteis un walkie talkie si era hijo único?" y me sumé a la fila, dispuesta a esperar lo que imaginé que serían 15 minutos. Pronto llego una modernaque, una auténtica moderna de pro de las que parecen hechas en serie bajo las instrucciones precisas del Manual de la Moderna. Gafas de pasta más grandes de lo normal, pelo recogido en un moño casual aderezado con un flequillo moderno. Pitillo negros, camisa recién confeccionada en los almacenes de Retrocity y jersey apolillado con coderas.
Nada más plantarse detrás de mí me miró con cara de "tú y yo podemos ser amigas" e intentó comenzar una conversación
- ¿Esta es la cola para Santi, no?
- Sí, eso creo.
- ¿Donde has cogido el libro?
- Un poco más adelante los tienes, en la estantería de la derecha.
- ¿Y llevas mucho tiempo esperando?
- No, bueno, cinco minutos o así... - Mientras respondía yo moneaba con el móvil haciendo que escribía. Intentando, claramente sin éxito, que la chica se diera por vencida.
- Pero hay mucha gente, ¿no?
- No, tampoco tanta. - Volví la vista hacia delante, en modo "ya he girado la cabeza, no me hagas girarla otra vez".
- ¿Pero está muy lejos donde firma Santi?
- Pues donde la estantería donde están los libros. Un poco más adelante. 
Gracias a Dios Bendito me encontré a mi prima y la moderna se sumió en un  profundo silencio obligado. Eso sí: le duró 5 minutos, hasta que llegó una nueva presa a la cola.
Se trataba de una chica de apenas 18 años, con cara inocente y adorable a partes iguales. De reojo sentí lástima por ella.

La moderna comenzó el ataque y esta vez le salió bien. La niña adorable rápidamente le siguió el rollo, y pronto se enredaron en una conversación interminable y surrealista que tuve que presenciar durante DOS HORAS. Sí, señores. Lo que yo pensé que duraría 15 minutos duró 2 malditas horas de espera. Mi máximo de espera eran 30 minutos, pero esos fueron fáciles ya que estaba con mi prima y se me pasó volando. La odisea comenzó cuando mi prima tuvo que irse... y yo y mi orgullo nos quedamos entonando un "SI HE ESPERADO 30 MINUTOS, POR MIS SANTAS NARICES QUE NO ME RETIRO DE LA COLA." No sé si es porque soy de letras, pero a veces hago esos cálculos: siento que si me voy he perdido 30 minutos, pero no pienso que si me quedo PERDERÉ OTROS 90 MINUTOS MÁS. Soy de una lógica aplastante.
Pero repito: no he venido a hablar de mí. Como no tenía elección, empecé a escuchar la conversación de las fans de john boy. A medida que cada una intervenía, mis ojos se iban agrandando hasta dolerme, tanto que de vez en cuando tenía que hacer una de Facepalm


Resultó que la Moderna tenía sus dos libros, el que iba a comprar ahora era para una amiga (amig@s... qué socorridos para hablar de uno mismo). El primero de sus libros se lo sabía de memoria, porque era precioso, y animaba a la chica adorable a comprárselo. Por supuesto conocía a Love of lesbian desde que no eran famosos (en jerga moderna, desde que no eran mainstream) y una amiga suya iba a los hoteles con ellos y al backstage y de copas y de todo (...). La primera vez les escuchó en un restaurante superíntimo en el que había 4 personas, entre ellas ella misma, y desde entonces era su grupo favorito.
- De verdad, es que soy SUPERFAN. Nunca he sido TAN FAN de nadie, es que Santi... tiene una voz que te atrapa, ¿sabes?
La niña adorable asentía, en éxtasis.
- Sí, yo también soy superfan de Santi, tiene unas letras que...
- Ay sí, mi favorita es la de "Los niños del futuro son gilipollas...lalaláá..." ¿cómo era? ¡ay, joder! es mi favorita, no me acuerdo del ritmo. Dice "los niños del futuro son giiiiiilipoooooollaaaaaaas"
- No..no me acuerdo de esa... pero me suena....
- Que sí joder como no te vas a acordar, "los niñooooos....gilipooollaasssss..."
Yo dudaba entre poner la grabadora del móvil modo on, aprovechando que seguía moneando con el móvil.
La niña explicó entonces que había intentado verles en La Riviera, pero no le dejaron pasar por ser menor.
- ¡Ay, pobre! Qué mona. Yo es que les he visto 8 veces, en Cádiz, en Madríz, y bueno en otros sitios también. Y a todos mis amigos les encantan, porque se los enseñé yo y fliparon, todos me decían "tía, ¿love of lesbian? ¡qué grupos más raros escuchas!" pero yo les dije "de verdad, póntelos, es que te van a encantar." Con la de 'Yo matarééé monstruos por tiiiiii" es que lloro, ¿a ti no te pasa? lloro muchísimo.

Así pudieron estar los 90 minutos, hablando de cómo les habían conocido antes de que fueran famosos (premisa de TODO buen moderno. El coolness de un grupo es inversamente proporcional a la cantidad de gente que les escucha. Dicho de otra forma: un grupo mola si no les conoce ni su madre.), de las canciones que se sabían de memoria pero no eran capaces de entonar, del merchandising que cada una poseía, de lo guapo y precioso que era el cantante (un chico, válgame dios, de lo más normal). Y yo aguanté como una campeona, riendo, llorando y otras veces a punto de darme la vuelta y preguntarle sinceramente a la moderna si era consciente de la cantidad de estupideces que estaba soltando en voz alta. Porque todos pensamos estupideces, yo la primera, pero intento no hacer partícipe al resto del mundo. 

90 minutos después y unos 15 pasos más adelante, estaba a punto de ser mi turno en la firma. Justo antes de mí había un chico que no llegaría a los 16 años. No había abierto la boca en toda la cola. Pero al sentarse junto a Santi y mientras éste abría el libro para firmar, le espetó un:
- Santi, ¿te puedo preguntar una cosa?
- Sí, claro...
- Yo participé en el concurso de "Toca con Love of Lesbian". ¿te acuerdas de mí?
Así, sin nombre, ni datos aclaratorios, nada. Un "¿te acuerdas de mí?" y se quedó tan pancho. Santi miró a todos lados como buscando una respuesta apropiada que no hiriera sus sentimientos, y muy bajito, le respondió
- Eeeh... sí, suuuiii, claro, ¡cómo no! - Eso sí, muy serio. El chico no pareció sorprendido, como si obviamente supiese que su participación no pasaría desapercibida. Y como si obviase, por otro lado, que la mayoría de los concursos responden a un plan de marketing y no son gestionados ni de lejos por el propio grupo, si no por gente que se encarga de esas cosas.
- Pues como sabes os mandé bastantes maquetas... y bueno, me hacía mucha ilusión ganar. Ya sé que a todo el mundo se la hace, pero yo estaba muy ilusionado, ¿sabes? - Sentí ganas de avanzar unos pasos y abrazar a aquel chico. Sencillamente por su capacidad de mantener esa ingenuidad pura, 100%, en este mundo de Dios. Santi asentía mientras firmaba, buscando de nuevo un plan de fuga. Tengo que reconocer que tuvo un par enormes en sus respuestas, como si estuviera de vuelta de todo y no tuviera miedo a que le saliera mal la jugada.
- Ya, si me acuerdo perfectamente y estaban genial, pero... es que al final... ¡sabes lo que pasó! pues que había mucha competencia, nos fue tan complicado decidir porque el nivel era tan alto que tuvimos que echarlo a suertes - en este momento chasqueó la lengua, como diciendo 'y mira que nos dió rabia, ¿eh?'. El chico ingenuo pareció afligirse con la respuesta.
- Claro... bueno, a mí me hacía ilusión y por eso... muchas gracias Santi. - Se levantó entonces, no sin antes hacerse una foto con él, y cuando ya pensaba que iba a marcharse con la cabeza gacha se dio la vuelta y gritó
- ¡SANTI! ¡TE ESCRIBIRÉ, NO LO OLVIDES!

Observé a la gente de alrededor riéndose por lo bajini, dirigiéndole una mirada de lástima al chaval. Yo compartía su mirada, pero solo sonreí. Porque después de todo seguía viendo su ingenuidad como algo preciado y escaso hoy en día. Como un escudo que te mantiene en tu burbuja y te libra de la crueldad de la que está tintado el mundo entero. Como cuando crees en los Reyes Magos y en Papá Nöel, ¿quién se atreve a reírse de eso? Es cuanto menos entrañable. Porque te parece increíble cómo algunas personas, que a veces son los más pequeños y a veces no, pueden mantener la ilusión intacta durante tanto tiempo, contra viento y marea. A pesar de que todos los indicios les conducirían a descubrir el pastel, a dejar de creer. Es admirable como la ingenuidad te protege de todo... hasta que la pierdes.

Y en un día como hoy, lleno de artificios de ilusión enlatada en forma de anuncios de Campofrío, lleno de frivolidad que hacen uso las empresas para aprovecharse del sentimentalismo, lleno de malos tiempos capeados con un montón de sonrisas y unos turrones en la mesa... me he acordado de los Fans de John  Boy. Y de que al fin y al cabo puede que sí que sean raros. 
(Y ahora ya soy, y ahora ya, ya lo soy)

Felices Fiestas to everyone... human beings and furball beings!







lunes, 10 de diciembre de 2012

Forever Young

Cada vez tengo menos teenage stuff que contar. La edad, que va haciendo sus estragos (ja).
Me estoy acostumbrando a dejar atrás las pequeñas cosas, los pequeños placeres, las pequeñas conversaciones (well tell her that I miss our little talks).

Hoy cuando llegaba a casa me daba cuenta. Al bajar del autobús, de pronto, me ha invadido la misma sensación que cuando llegaba de la universidad: las ganas de subir, descolgar el teléfono y charlar con algún amig@ que probablemente habría visto ese mismo día, como mucho 2 días atrás. Y aunque no teníamos nada que contarnos, nos lo contábamos todo. Lo mejor de las conversaciones con amigos viene cuando ya te has puesto al día de todo, ya sabes lo que hace y donde y todo ese tipo de detalles que se cuentan a los conocidos cuando topas con ellos por la calle. Es entonces cuando surgen los verdaderos pensamientos, las divagaciones, los desvaríos, y podéis acabar hablando de cualquier cosa. Esa es la verdadera conversación.

Hace mucho que no hago eso, para ser sinceros. Mis conversaciones se limitan a grupos de whatssapp o llamadas en el descanso del trabajo para acordar la hora y el lugar en el que quedamos a tomarnos algo. Y cuando quedamos, tampoco arreglamos el mundo en los bares como hacíamos antes. Apenas nos da tiempo a ponernos al día, y aún así nunca conseguimos acabar del todo. Te guardas muchas cosas y te quedas sin escuchar otras, porque no hay tiempo en solo una noche. Y acabas hablando de lo de siempre, de los trabajos y de la crisis, hasta que decides que es tiempo de coger un taxi y emprender la vuelta a casa con el mundo aún en su sitio. Nada ha cambiado. No como antes, no como cuando nadabas sobre asfalto y el mundo giraba demasiado deprisa.

Esto es lo que pasa con el tiempo, y es inevitable. También necesario. Necesitas alejarte de lo que en otro tiempo considerabas tu muralla china, tu burbuja, tu escudo. Y no dudabas de que esas relaciones casi minuto a minuto permanecerían para siempre, de que esos lazos seguirían tan fuertes como lo eran entonces. Necesitas independizarte de lo que más quieres, para aprender a ser tú mismo sin nadie alrededor. Esto no siempre es fácil. 

Todo esto es necesario y consecuencia inevitable cuando decides hacer tu camino. Irte al extranjero, o quedarte. Buscar un trabajo, dejarte absorber por la rutina. Establecer unos hábitos semanales, unas actividades. No queda entonces casi tiempo para el resto, y decides dedicarte un poco más a ti. 

Por otro lado… Nunca me ha asustado la soledad, aunque ahora tampoco la disfruto como antes. No encuentro momento para perderme por Madríz bajo la música y actuar como si estuviera ante una ciudad desconocida. Las horas de sueño son un tesoro y las cuento al milímetro, ya no gasto extras leyendo un libro hasta que se me caigan los ojos. Mis pensamientos en el metro giran en torno al trabajo, a las obligaciones, a los planes de futuro. Ya no me pierdo en ensoñaciones innecesarias que me hagan pasarme de parada.

Pero a veces te paras, o te bajas del autobús, y lo sientes. Aunque sabes que tú formas parte de eso y aceptas el curso normal de las cosas, echas de menos descolgar el teléfono. Y hablar de todo y de nada, reírte o desahogarte o escuchar las pequeñas anécdotas intrascendentes y geniales de la persona que está al otro lado. Caminar por tu ciudad sin rumbo fijo e imaginando vidas alternativas. Soñar que puedes hacer cualquier cosa, y que la harás sin duda en algún momento. Saturarte de tus amigos cada día hasta que ya no queden mundos que arreglar. 

En lugar de eso llegas a casa, abres el portátil y tecleas pensamientos sin ordenar que probablemente nadie lea.


lunes, 3 de diciembre de 2012

Speechless

Cada vez más fan de las redes sociales basadas en fotos.
Será que no tengo nada que decir.
O que no me da la gana decirlo.
Cualquier opción es válida.

Hace un tiempo escribí unas palabras.
El tiempo, las palabras, la distancia. 
Todo cada vez es más variable. 

Las palabras eran las siguientes
(aunque quizá ya no lo sean)

Aunque corra
Te espero
Porque huyendo
He encontrado la manera de esperarte
De quererte a mi manera
Y de que tu me quieras
Y cuanto más me alejo
Más cerca me siento de ti
Y besare todas las bocas
Seguiré demostrando
Que sólo existe una