lunes, 21 de marzo de 2016

Lady Madriz

Hace 3 meses.

Hace tres meses pero en realidad hace muchos más, más de los que puedo siquiera recordar. 
Ha pasado una eternidad desde esa persona, que ahora es otra.

Comencé este blog lo que se me antoja siglos. Volvía de Edimburgo, tras acabar la carrera, y no sabía muy bien qué hacer con mi vida. Pero quería que contara. Y que tuviera cosas que contar. Ambas cosas. 
Volvía de haber estado fuera por segunda vez, y aunque no descartaba irme de nuevo, como así ocurrió, siempre quise volver a casa. Madríz es casa. De ahí Lady Madríz. De ahí el pentagrama de una canción de una película. El sentimiento de estar en casa es el mejor. Lo busqué en muchos sitios. Lo encontré en personas.

Hace todos esos siglos. Volví y me compré un micrófono y muchos libros y juré nunca dejar de escribir. Nunca quise trabajar escribiendo, porque mi hobby quería que lo siguiera siendo para siempre. Que nunca se convirtiera en obligación. Poco a poco los hobbies quedan relegados a cuando el tiempo te deja, no a cuando les dejas tiempo. Antes buscaba planes y me sobraba tiempo, ahora es al revés.
Es raro. No digo diferente, digo raro.

Me gustan estos días aunque añore mi tiempo, y piense en cómo recuperarlo. Sé que algún día lo haré.
Cuando abrí este blog tenía muchas ideas, mucha energía, muchos planes, muchas canciones.
Hoy colecciono planes cumplidos, lecciones aprendidas, muchas canciones.

Faltan dos meses. Sí, dos meses. En dos meses no cambiara nada pero cambiará todo. Recapitularé mis días de blog, mis primeros escritos de quinceañera, mis múltiples posts pesimistas, amargos, tristes, mis chorradas sin sentido que solo me hacían gracia a mí, mis resúmenes de días extraños y cuentos cortos para días largos, mis expectativas, mis líneas cifradas llenas de nada y de todo, mis pequeños logros, mis fracasos. LadyMadriz fue una vez LadyTorino, LadyEdimurgh, LadyLondon, pero nunca dejó de ser todo eso. Y consiguió lo que quería. 
Y en dos meses, lo vuelve a conseguir. Pero esta vez, a lo grande.

Tengo casi 30 años, y aunque fue a los 23 cuando abrí este blog, aún me gusta recordarme.

lunes, 4 de enero de 2016

Tengo 29 años y no me apetece una mierda salir hasta el amanecer

Hace ya bastante tiempo que quiero explicarle esto a los que me rodean. A todos mis amigos y conocidos que dejan caer un "¿por qué ya nunca salimos de fiesta a tope?", o a mi hermana cuando me recrimina que soy un muermo la noche que ella quiere/puede salir y yo no.

Aquí hay un fallo de concepto que creo que muchos de ellos no entienden. No es que yo me considere la persona más fiestera del mundo, ni muchísimo menos. Más bien todo lo contrario. Pero por contradicciones de la vida, creo que estadísticamente habré salido más de fiesta que todos ellos juntos. Por una razón muy fácil: yo he estado soltera y saliendo todos aquellos años en los que ellos no. 

Cuando comencé la universidad, no estaba soltera pero a punto. Y aún así, salía de fiesta. Llevaba ya de hecho un par de años en esto de salir los findes a tope. A veces con Nenúfar, mi mejor amiga desde los 16, y a veces no. Nenúfar siempre tuvo la habilidad de desaparecer de la faz de la tierra cuando empezaba con algún chico.
Por aquellos entonces conocí a mis 2 mejores amigas de la universidad, una de ellas con novio de toda la vida. Lo que se traducía siempre en su ausencia en todos los planes que iban más allá de las horas de la universidad. Los fines de semana ella desaparecía, y Nuez y yo nos dábamos a los bares de malasaña aunque al día siguiente hubiera examen. Tampoco es que fuéramos unas locas desfasadas, pero nuestras jerguecitas nos pegábamos. Al cabo de 2 años, a Minus y a mí nos dieron una beca juergasmus para ir Torino.
El calendario de aquel año en Italia se redujo a: Lunes: fiesta en murazzi, Martes: fiest en el XÒ, Miércoles: fiesta en pepito perez, Jueves: fiesta en la Cutre, Viernes: fiesta en alguna casa y luego salir...
Me harté literalmente de salir día sí día también. Era muy, muy cansado. Entonces volvimos a Madrid para cursar otro año de carrera, y aunque fue un año más tranquilo, tampoco nos encerramos en casa. Por entonces Nuez estaba de Erasmus en Bélgica y se echó novio, por lo que cuando volvió quería una vida apaciguada y tranquila con planes de ir al cine y esas cosas. Yo en cambio seguía apuntándome a lo que fuera. Me fui otro año a Edimburgo, y cada fin de semana salíamos, porque éramos un grupo nuevo de amigos de muchas nacionalidades diferentes y ninguo tenía pareja. También íbamos al cine, pero todos juntos. Luego volví, y mis amigas a veces querían cine con sus novios y yo me acomplaba a cualquier otro plan de mis conocidos. Porque todos esos findes en blanco donde mis amigas tenían un plan traquilo con sus novios, yo no tenía plan. Pasé muchos findes en casa y muchos findes con otros grupos de amigos en fiestas o quedadas. 

Luego fue Minus la que quería fiesta, pero por entonces vivía en Londres. Yo también quería salir y no lo hacía mucho porque yo era la única soltera de mis amigas. Me mudé a Londres. Yo seguía queriendo salir pero entonces Minus tenía novio y ya no tenía dinero ni ganas de salir conmigo. Conocí gente y seguí saliendo. Entonces conocí a Daniele, y seguimos saliendo juntos y también yendo al cine, y quedándonos en casa y cocinando, y viendo series en el sofá con una manta. En Londres envejecí (no digo cambié o maduré, literalmente envejecí) mucho, lo reconozco. No dejé de salir pero cada vez me apetecía menos, y me apetecía más salir a dar una vuelta al parque, ir a conocer sitios y hacer una cena en casa.

Hace ya un año que nos mudamos Daniele y yo a Madrid. Y sí, sigo quedando y saliendo, pero ni mucho menos hasta las 7 de la mañana como antes. Ya no solo porque no aguante, ni porque sea un muermo, sencillamente no me apetece una mierda. ¿Tan díficil es de entender que yo he gastado la mayoría de mis cartuchos, mientras todos vosotros estábais dosificando entre planes de cine y de sofá? Y que yo ya he tenido muchos años de fiesta loca, y que ahora me he cansado y me apetecen otros planes y no ésos. Yo respeto que cada cual haya seguido su ritmo, de novios, de niños, ¡de lo que cada uno quiera! pero me cansa un poco el que ahora me tilden de muermo cuando es a mí a la que no le apetece salir hasta morir.
Y que nadie me venga por favor con que tengo 29 años y que soy muy joven para no salir o aguantar o mierdas en vinagre, porque creo que con 10 años que llevo ya saliendo quizá, y solo quizá, puede apetecerme cambiar lo que he hecho siempre por otras actividades. Llamadme rara.

Tenía que decirlo.