jueves, 11 de diciembre de 2014

Flat-hunting killed my unicorns

Yo estaba tan feliz, inocente de mí, pensando que en Madrid todo iría como la seda y el papeleo y la burocracia no existirían y que la gente tiraría pétalos de rosa al andar. Entonces llegué, y además de que mi novio venía ya con trabajo, yo encontré un trabajo genial en menos de 48 horas, y a mi alrededor los arcoiris se sucedían y entrelazaban y los unicornios voladores poblaban el cielo. Ah, Madriz. De Madriz al cielo. Qué digo, Madríz es el cielo. Démonos todos la mano y cantemos.

Entonces nos pusimos a buscar piso, y nos topamos de lleno con las maneras y la burocracia de este país. Algo que en Londres nunca supuso más rollo que el de patearte lugares, en Madríz se convertía en gritos de Munch y gotitas de sudor en la frente . Y las nubes de algodón se derritieron a lo bonzo, los unicornios salieron huyendo despavoridos y los arcoiris es esfumaron con un "plop" suave, como un quejido.

Llevamos 2 meses buscando piso, los mismos que hace desde que vinimos, y todos son problemas. Ya no entro en la dificultad de encontrar una vivienda medianamente digna sin muebles del cretácico y baños dorados, no. Tampoco mencionaré lo sobrevalorada que tiene la gente sus viviendas, imbuidos en una fantasía que les lleva a verlas como auténticos palacetes que ni el precio más alto les haría justicia. Para los no inciados, he aquí algunas keywords a descifrar en los anuncios:


Diccionario del flathunter
60 metros = construidos. 
SUPER luminoso = lámparas de antaño con tropecientas luces de cristales
coqueto = zulo
exterior = el patio interior se considera las afueras
oportunidad = nadie lo quiere

Podría seguir, pero iré por fascículos. No, no me refiero a todo eso señores y señoras. 
Lo qué ha atentado contra mi universo de felicidad y olor a palomitas recién hechas han sido los requisitos. Esa sarta de incoherencias abusivas que roza la ilegalidad, y que al parecer hemos sido los únicos en encontrarnos con ellas. Ninguno de mis amigos que alquilan se han encontrado jamás este tipo de problemas, lo que me lleva a pensar que debemos estar envueltos de un aura anti-renting y no nos hemos dado cuenta hasta ahora. Pero tampoco entraré en maremágnum de despropósitos, porque si no me encolerizo y los jueves no toca. Así que, de momento, os dejo con una pequeña reseña sobre los caseros potenciales.

Tipos de caseros

- El novato: Su casa es suya y nunca ha sido de nadie más. Te exigen análisis de sangre, orina, libro de familia, riñón y medio y antecedentes penales. Por supuesto, no tienen ni idea ni de cómo hacer un contrato ni están seguros de qué condiciones ofrecer, porque claro... es la primera vez que alquilan su casa. Viva la era de la información.

- La agencia: Te cobran por que tú hagas su trabajo. Te abren la puerta del piso que tú te has deslomado en buscar y contactar, para pedirte luego una mensualidad en concepto de honorarios. Si lo sé, me hago abridora de puertas de casas.

- El ratatouille: los catalanes a su lado no son nadie. Suelen además llevar aseguradoras añadidas, no para la casa... si no para estudiar hasta tu ADN. Te enseña la casa amueblada mientras te comenta que él cubre todo menos la lavadora si se rompe, el frigorífico porque tiene ya muchos años y por cierto, se lleva el sofá y la cama. Pero todo lo demás se queda.

- Los ancianos adorables: Les quiero. Mucho. El piso puede no gustarte nada, pero un ratico con abuelos postizos alegra el día a cualquiera. Aunque te lleve 2 horas la visita... son tan auténticos.

- Los legales: Te hablan de la casa, el barrio, te confirman que se hacen cargo de cualquier avería en la casa, y si encuentras alguna pega intenta buscarle una solución. Es decir, actúan como tú, como yo, y como crees que cualquier actuaría, pero NO: este tipo de caseros escasean. Si te encuentras uno de éstos abrázalo fuerte y no le dejes escapar hasta que tengas firmado el contrato.


Algún día conseguiremos un piso en Madrid. Y ese día será grande. 


Volverán los resplandecientes unicornios
en nuestro balcón sus nidos a colgar.
Pero aquellas agencias y caseros
cuyas condiciones nos hacían enojar
esos... ¡no volverán!