Hace mucho que no escribo. Algo más de dos meses. Y es que de repente he descubierto la absurdez del compartirlo todo. Ya no me interesa. Antes me parecía fascinante. No por retransmitir en directo al mundo entero la cotidianidad de mis días, sino porque me cautivaba la idea de poder gritar mis pensamientos si me daba la gana, en cualquier momento y en cualquier lugar. Incluso estando sola, podía decir, y divagar y equivocarme, y criticar y adular, todo lo que me diera la gana, y lanzarlo a ese océano de conocidos al otro lado de la pantalla. Lo mejor: solo sería leída por aquellos que les interesara. Así me ahorraba monólogos innecesarios invertidos en personas que ni fu ni fa, conversaciones unilaterales en las que quizá ellos estarían pensando 'porque me das esta paliza'. No tenía que molestarme en llamar a ningún amigo que le apeteciera divagar conmigo, o que soportara mis críticas, o que estuviera dispuesto a soltar bobadas durante, al menos, diez minutos. Así ahorraba tiempo doblemente: el mío y el de los demás.
Desde hace un tiempo, aunque sigo usando las redes sociales, posteando y compartiendo cuando me apetece, la frecuencia de mi actividad ha disminuido considerablemente.
Razones:
- Introspección sin causa aparente. Hay veces que, en lugar de hacer una foto y subirla, o comentar lo bien que me lo estoy pasando, me apetece disfrutar de ese momento y guardármelo solo para mí. Es raro, lo sé. Hay veces que me pregunto en que porcentaje el pasárselo bien depende de que se enteren los demás. Yo he sido, si acaso no lo sigo siendo aún, una de las que hacía y subía fotos de todo. Iba en el autobús y posteaba mi pensamiento número 1.345.000, sencillamente porque sí. También lo usaba como registro, es decir, para que de alguna manera mis preciosos y absurdos pensamientos no se perdieran, como acostumbran, en el vacío neuronal en el que vagan. Y para registrar todos los momentos con mis amigas, por ejemplo. Para un día mirar atrás y decir 'hey, mira todas estas mierdas.... qué pintas teníamos' Si, también lo usaba para eso. He hecho uso y abuso y no me arrepiento, porque yo soy así, de extremos. Y cuando me da por algo, me da mucho. Y no paro. Y las redes sociales me parecían fantásticas, en muchos sentidos.
- Desencanto. Quizá no tenga tanta energía, me haya hecho antisocial y no me apetezca una mierda contarle a las 500 personas que apenas me conocen que tal me ha ido el día o como van mis vacaciones. En lugar de eso, me apetece más llegar a casa y tener el calorcito de la calefacción, y el calor de esa persona, abrazarle y preguntarle qué tal le ha ido el día. Lo siento, pero tenía que ser cursi en algún momento del post.
- Aburrimiento: acaso a nadie le parece que Facebook es ya tremendamente soporífero? Antes citaba Facebook como fuente de muchos de mis conocimientos: sociales (esto es, el ultimo status de cada persona en Facebook), impactantes noticias, anuncios virales, criticas. Twitter también se convirtió un tiempo en fuente habitual de mis intervenciones. Pero de un tiempo a esta parte, twitter ha sido relegado a unos 10 segundos cada 3 meses. Y Facebook se está ganando mi antipatía, y mi voto para la red social más aburrida del año.
Aun con esto, no me he convertido en detractora de las redes sociales, ni mucho menos de sus usuarios activos. Me parece admirable la actitud de todos aquellos que siguen compartiendo todo, y entreteniéndonos al resto (que conste que este comentario contiene cero ironía. Me sigue gustando saber de la gente que, sea de forma más cercana o menos, aprecio). Hay gente también que comparte cosas la mar de interesantes, y solo por ellos merece la pena tener un perfil.
Todo esto viene a decir que tal vez mañana piense diferente, y comience a usar de forma impulsiva y descontrolada quien sabe que nueva red social, y a compartirlo todo y a basar mi existencia en el Dios Share y la Diosa Like. Porque soy así, y hoy digo negro y quizá mañana sea de un blanco nuclear. Pero lo que es hoy, me apetecía publicar un post de contradicción, y compartir con vosotros lo poco que me gusta compartir últimamente.