De la familia ‘los jueves son los nuevos viernes’, hace tiempo que se instaló esa máxima en nuestras cabezas.
Los niños son cada vez menos niños, empiezan todo mucho antes. Y los adolescentes… son cada vez más adolescentes, hasta los 30 y más allá. Hay muchas razones para este cambio, de todos los tipos y colores. Económicas, sociales, pero hoy no es el día de profundizar en ninguna de ellas. Hoy y muchos días pienso en una de las caras de este poliedro.
Cada vez asumimos más tarde responsabilidades como la de formar una familia, por ejemplo. Algunos de mis amigos me dicen que es porque tengo un sobri, que ya tengo ganas de tener bebés, y por eso defiendo tanto la postura que explicaré ahora. Sí, claro que quiero tener bebés, pero no es mi prisa la que me hace pensar de esta forma.
Hace unos días estuve en Madrid, en uno de mis viajes familiares, y pasé una estupenda tarde con mis amigos porteras. En un momento de la conversación, salió el tema (cómo no) de quedarse en España, o emigrar. Uno de ellos dijo que se iba en Julio a Bolivia, entre otras cosas porque si no era ahora, más adelante no podría o querría hacerlo. Otro dijo que de momento se quedaba en Madrid por si salían los proyectos que tenía en mente, pero no descartaba hacer la maleta cualquier día y volver a emigrar un tiempo. Entonces salió a colación la gente que se queda aquí, en España, y que en realidad nunca ha salido de ella nada más que para ir de vacaciones. Es decir, nunca ha vivido en otro país. Yo mencioné que mi hermana es una de esas personas, y no me parece mejor ni peor, si no otra de las opciones. Hemos cogido la manía de creernos mejores por haber vivido fuera, como si fuera un estado superior del ser humano al que solo accedes si te vas a otro país. No sé quién narices nos ha metido eso en la cabeza. Es como si nuestros abuelos, los que emigraron porque no había pan para comer, mirasen por encima del hombro a los que no lo hicieron, porque ‘no saben nada del mundo’. Igual de absurdo.
Yo soy la primera que alaba las ventajas de pasar un tiempo en otro país, conocer gente, integrarte en otra cultura. Claro que tiene bondades, y muchas! Pero eso no quita valor a quien decide que sus prioridades son otras, y entre ellas no figura el cambiar su lugar de residencia. Me parece una opción tan respetable como la anterior.
Entonces mis amigos alegaron que la razón por la que esa gente no se iba fuera era porque era cobarde, porque les daba miedo. Pues no es porque una de esas personas sea mi hermana, pero por supuesto que salí en su defensa.
Adoro a mis amigos. Por eso adoro rebatirles.
Mi hermana llevaba muchos años con su novio, son de estas parejas en peligro de extinción que llevan desde los 18 años. Se fueron a los 25, creo, a vivir juntos. Los dos tenían trabajo, y en cuanto pudieron se lanzaron de lleno a la convivencia. 3 años después tuvieron un bebé precioso, y 1 año más tarde una boda de las que marcan. Actualmente, el segundo bebé está en camino y nacerá en un mes. Mi hermana tiene ahora 31 años.
Mis amigos/as tienen 29. La mayoría (excepto tres de ellos/as) por cosas de la vida, no tiene pareja estable. Algunos no se han independizado. La mayoría también ha estudiado una carrera, se ha ido de erasmus y ha pasado (o sigue pasando) temporadas en el extranjero. Ninguno tiene casa propia, ni planes de tenerla aún. Los findes son para hacer viajes o tomar algo con los amigos.
Nótese la diferencia. Evidentemente, los estilos de vida no tienen nada que ver. Como yo lo veo, se trata simplemente de opciones, ni mejores ni peores. Mi hermana, cuando me vine a Londres, llevaba ya muchos meses, (incluso años), dándome la paliza con que asentara la cabeza. Que ya tenía una edad. Que dejara de irme de un país o a otro. Que me echara un novio. En definitiva, que siguiera la vida que ella había llevado. Por supuesto no la hice caso e hice lo que me pareció oportuno.
El error, por llamarlo de alguna forma, de mis amigos, es el mismo: retratan a la gente como mi hermana, que se asentó mucho antes, que nunca ha vivido fuera de España y que lleva otra vida totalmente diferente, como gente con miedo que se ha perdido muchas cosas. Gente con miedo?
El problema es que creemos que somos muy valientes por irnos a otro país. ‘Jo, qué valiente eres, hacer la maleta e irte a un lugar donde casi no conoces la lengua, la cultura es totalmente diferente, y encima te vas solo’. No digo que exija determinación, claro que sí. Pero hacer la maleta y vivir la aventura es muy fácil, en realidad. Tan fácil, que la mayoría de mis amigos/as, conocidos y gente de mi edad lo ha hecho o lo sigue haciendo.
Me hace gracia que retraten a los de otra generación u otro pensamiento como gente con miedo. Valentía es saber asumir responsabilidades como tener tu propia casa (ya sea de alquiler o comprada, no entro en opiniones) desde los 25 años, o desde que empiezas a currar y ganar dinero. Coger la maleta y decir, ‘vale ya de que mama me cocine y me planche’. Valentía es estar con tu novio/novia y querer irte a vivir con él/ella. Eso asusta, eh? Irte a otro país tu solo, sin ataduras y con todo el derecho a ser egoísta, es, en comparación, bastante fácil.
Valentía también es, por ejemplo, formar una familia. Para eso hay que echarle cojones. Para venir a Londres hay que hacer click en ‘comprar billete’ en easyjet, nada más. Solo hay que ver la epidemia de españoles que hay por aquí. Pero con 29 años, plantearse tener hijos… pues casi que nos compramos el billete a Londres, no? Para lo otro siempre hay tiempo.
Pues sí, claro que lo hay. Me parece perfecto quien quiera tener hijos a los 35, a los 40, o quien no los quiera tener. Me parece igual de bien el que se va que el que se queda, y me parecen igual de validas todas las prioridades que a uno le dé la gana tener. Por ello no somos mejores ni peores. Pero no hablemos de valentía… porque si nos ponemos a comparar, no sé cuál de las dos ganaría.
Y con esto vengo sencillamente a reflexionar sobre el cambio de los 30, y de la aceptación de que son los nuevos 20. Yo estoy más cerca de los 30, y soy de la generación de mis amigos/as. Me fui de Erasmus a Italia en su momento, tras la carrera pasé un año en Escocia y hace un año, tras 2 en España viviendo con mis padres, me escapé a Londres. Hasta ahora no había tenido muchas ataduras sentimentales, me ha resultado siempre relativamente fácil moverme, cambiar y hacer lo que me diera la real gana. Tampoco he tenido prisa. Los findes los dedicaba/dedico a salir con mis amigos, y (quizá antes más que ahora) cada 3 meses me hacia el viaje de rigor. Es decir, soy el ejemplo perfecto de este paradigma, y me siento bastante satisfecha.
Pero miro a mi hermana y a su ahora marido, y que queréis que os diga: les admiro. Aunque no cambiaría por nada todas y cada una de las decisiones que he tomado, porque cada uno es diferente y busca unas cosas en la vida… lo que hacen ellos me parece mucho más valiente, y sobre todo, mucho más generoso que lo mío.
Ahí lo dejo. Que lluevan las críticas.