Lady Gaga. Risto Mejide.
Me descubrí uniendo estos nombres, y muchos otros, ayer por la tarde. Todos tenían algo en común: captaban la atención de muchísima gente por sus extravagancias. Unos por bailar provocativamente, otros por aparecer vestidos con filetes, otros por crear todo tipo de polémica allá por donde aparecen.
Unos caen generalmente mal, otros bien, el caso es que en todos se cumple ese dicho de ‘que hablen bien o mal de uno, pero que hablen’.
Aunque ninguno me interesa particularmente ni para bien ni para mal, he leído y escuchado muchas críticas hacia todos ellos.
Y yo, personalmente, pienso que los tontos somos nosotros, no ellos.
En realidad en este mundo de morbo, sensacionalismo y chismorreos, es muy fácil vender y hacer dinero. Matizo: tienes que saber ‘cómo’ hacerlo bien, pero el ‘qué’ es bastante obvio. Llama la atención. Con lo que sea: ya sea por meterte con la gente de manera intelectualmente cruel, por gritar más que el resto, por vestirte de avestruz en el escenario o por lo que te de la real gana para dejar flipando a la gente. Da igual que sea positiva o negativamente, tú llama la atención. A la gente le gusta hablar, y hay que darles de comer.
El mismo Risto Mejide lo dijo en una entrevista ‘A todo el mundo le gusta pensar: “Qué cabrón, cómo ha dicho eso”’. Y haciendo esto, todos y cada uno de los que saben cómo hacerlo ganan una pasta gansa.
Habrá gente que opine que vaya manera de ganarse la vida. A mí me parece muy respetable. En realidad, la ética o no ética, o la manera de juzgar esos trabajos se medirá en función de una pregunta: vives para los demás, o para ti mismo? Porque si lo que te importa es lo que piensen los demás de ti, en fin, no te dediques a ser Risto Mejide.
Pero si tienes la suficiente seguridad en ti mismo como para tener claro que lo más importante en tu vida eres tú y tus seres queridos, pues… me parece una opción muy inteligente. Vosotros seguid hablando de mí, seguid dándome dinero.
Ya si eso hablamos luego de la inteligencia de cada uno: yo que digo sandeces, o vosotros que pagáis por escucharlas.
Ni idea de cuánto le costó el vestido, pero seguro que le salió muy rentable |