viernes, 28 de enero de 2011

¡Para ti, Anónimo!

Me he decidido a escribir (a pesar de estar rendida entre las sábanas preparada para una descansada noche) por un comentario que ha suscitado mi interés. El comentario es este:

"Me parece que escribes muy bien y que lo que cuentas es muy divertido y tú lo haces aún más. Está claro que, además de español, hablas al menos inglés y francés. Llevo muchos años viviendo fuera de España, estoy casada con un extranjero, mis hijos son medio ídem y cada vez tengo más la sensación de que los españoles estamos perdiendo nuestra identidad.
Yo creo que se puede ser moderno, bloguero , ingenioso, etc.. simplemente en español. No creo que alardear de hablar otros idiomas nos dé un plus. ¿O seguimos acomplejados?
Si te haces llamar Lady Madriz deberías escribir sólo en español que es un idioma inmensamente rico y olvidar las cursiladas tipo telva como "little black dress".
Se puede ser graciosa y divertida sólo en nuestro idioma y tú seguro que puedes. Gracia te sobra. Do a favour to yourself.
"


Querido/s anónimo/s del mundo:


Escribiré esta entrada única y exclusivamente en castellano puro, única y exclusivamente por deferencia a vosotros. No servirá, siento comunicar, como precedente para futuras entradas, porque como habréis notado no es un pensamiento que yo comparta.


El tema es muy claro, se trata del dilema (si es que existe) sobre si hacer uso del otros idiomas para expresarse o aferrarse al español única y exclusivamente. Como comenta mi anónimo:cada vez tengo más la sensación de que los españoles estamos perdiendo nuestra identidad”.

Mi posición también es muy clara. ¿Escribir en español con guiños a otros idiomas significa perder la identidad española? Escribo en español, cuelo palabrejas en inglés, incluso he llegado a escribir entradas enteras en inglés, sí. Con múltiples faltas y atrocidades varias, también. Aunque des por hecho que también sé francés aún no he llegado a ese nivel, ¡ya me gustaría! Y mis razones son varias:

-Me encanta el inglés. Es un idioma que me tiene ganada, aunque todavía sigo en el pulso de aprenderlo bien. Por eso escribo a veces mis parrafadas en inglés, y mis parrafadas suelen ser historias, y esto es precisamente de lo que se nutre mi blog: historias. Más o menos absurdas, divertidas o no, pero historias. Lo hago por amor al arte de escribir, simple y llanamente. Y si un día me sale el inglés por las orejas, o me apetece practicarlo, pues tengo la rara manía de hacerme con un teclado y aporrearlo hasta que haya soltado todo lo que borboteaba por mi cabeza.


-De vez en cuando, es más, muy habitualmente, hago un mix tomándome mis propias licencias, que pueden ser válidas o no. Acabo las frases con guiños o intercalo anglicismos porque sí, porque me da por ahí. Y esto no es más que por una razón idiomática: hay veces que las expresiones en un idioma u otro no significan lo mismo, y unas expresan mejor lo que estás queriendo decir. Hay veces que, según escribo, tengo un pop-up mental y automáticamente mi mente (que ya tiene instalado el Control ActiveX) lo incorpora como parte normal del discurso.
Hay ocasiones en las que sólo lo hago por hacer el tonto, actividad que me gusta bastante. La practico con asiduidad. Como cuando dices palabras sinsentido, solo porque son graciosas (o así te lo parecen).
Otras veces es como a mí me suena mejor, porque si hay algo que me gusta son las letras y su sonido. Por eso adoro la literatura, y por eso también adoro los idiomas. Y cuando amas tanto algo, no hay hueco para la discriminación. Y esto nos lleva al siguiente punto.


- Y digo yo, ¿Por qué hablamos de “excluir” en vez de “incluir”? ¿Por qué se usan términos negativos como “perder” en lugar de “ganar”? Porque que yo sepa, en ningún momento hago ascos al español. Digo más: lo uso en mi día  a día. Pero lo que no entiendo es esa manía monocromo de “exclusividad” hacia algo que nunca la ha pedido, y considerar el resto de posibilidades es “traicionarse a sí mismo” o “perder la identidad”. Esto no es una cuestión de si eres blanco no puedes ser negro, que parece que todo lo solemos llevar por ahí. ¿Por qué abrir la mente tiene que conllevar perder tu esencia o dar la espalda a todo lo anterior? ¡Es más bien lo contrario! Es una cosa que siempre me ha hecho mucha gracia.


(*Apunte innecesario: Recuerdo mi adolescencia, cuando llevaba unos vaqueros bastante anchos un día después de haberme calzado unos pantalones negros ajustadísimos. Llegué a escuchar comentarios despectivísimos del tipo “¿Pero ésta de qué va? ¿Un dia bakala y hoy con esos vaqueros de rapera?” Oh sí. Viva la pluralidad. Primero, nunca me gustaron las etiquetas. Segundo, ¿Qué tiene que ver que un día lleve una cosa para que al día siguiente no pueda campar a mis anchas con algo más cómodo? ¿O es que la gente tiene el mismo ánimo todos los días? ¿O es que cuando te levantas hace siempre el mismo sol? Aun no he visto a nadie dirigirse al cielo diciendo “eh, tío, que es verano. Deja de soplar este fresco y aclárate: o invierno o verano, pero aquí las dos no”. De todas formas os adelanto: no creo que sirviera de mucho.)



 Lo que vamos: si hablo en inglés, ¿significa que soy menos española? Vais a disculparme, pero discrepo con toda rotundidad. Si me parecen determinadas palabras en otro idioma más divertidas para soltar en un –también determinado- momento, ¿tengo que contar hasta diez y pensar “contrólate, estás a punto de perder tu identidad”? Lo que es en mi caso, viviría en una absoluta angustia. Los idiomas enriquecen. No es que hagan más cool (o más guay en el argot castizo), o más ingenioso, o más nada: están ahí para usarse. Para aprender, para incluir, para ampliar. Creo que los idiomas son a todos efectos positivos. Yo también me he encontrado expresiones entremezcladas en textos hispanos que no he sabido entender, ¿y sabéis qué? Disfruto con eso. Me molesto en buscar la expresión –si es que no se sobreentiende por el contexto, algo que suele ser habitual en mis escritos- y la añado en espasa-edición-de-bolsillo mental. Quizás yo, porque me gustan las lenguas. Quizás otros, porque les mueve la curiosidad. O quizás, simplemente, porque el saber no ocupa lugar.


-          Mi anónimo (es un apodo cariñoso) también hace referencia a mi apodo, Lady Madriz:Si te haces llamar Lady Madriz deberías escribir sólo en español que es un idioma inmensamente ricoErgo. En la misma frase está su contradicción: Lady-Madriz. No es Señora-Madriz (aunque bien podría ser una oda a mis queridas señorasque), ni Dama Madriz. Es Lady. Inglés. Y es Madriz. Español. Ergo.


-          En cuanto a si es un idioma inmensamente rico, en ningún momento lo he puesto en duda sino todo lo contrario. Desde aquí vuelvo a reiterar mi amor por las lenguas. Ahora, no me preguntes si quiero más a papá, a mamá o a mis hermanos. ¿Por qué debo de jurarle fidelidad a una lengua? ¿Acaso eso me hace más española?


-          Como he dejado claro, no creáis que voy por ahí hablando en inglés o esperanto. Porque sería el colmo del absurdo viviendo en España (lo mismo que si hablases en español siendo inglés y en el centro de Londres). Y que no escribo en chino, oye (¡qué curiosidad me despierta ese idioma, por cierto!). El inglés, queramos o no, está en nuestro día a día. Es el idioma universal. Y yo, que quereis que os diga, eso no lo siento como una amenaza. Muchas veces he escuchado eso de "¿Y porqué tengo yo que saber inglés?" a lo que yo respondería: ¿Y porqué no?Dame una sola razón de peso para el "no", y yo te daré múltiples y variadas para el sí.
Para casi cualquier cosa que debas hacer con el ordenador, por ejemplo. Para ese manual de instrucciones que, ¡mierda! sólo viene en inglés. Podría seguir con una larga lista, pero prefiero destacar una razón que para mí prevalece sobre las demás: la comunicación. Creo que el elegir un idioma que podamos tener en común a nivel mundial es de las mejores iniciativas. Aun ahora me parece un milagro el hecho de que, por ejemplo, pudiéramos salir juntos por ahí y hacer vida diaria una checa, una islandesa, una suiza, un alemán, tres suecos y dos españolas durante 10 largos meses. ¿No es absolutamente fantástico?


Por último, el tema de los complejos. Mi anónimo diceNo creo que alardear de hablar otros idiomas nos dé un plus. ¿O seguimos acomplejados?
Bajo mi punto de vista, seguir acomplejado sería sentirse ofendido ante lo “diferente”. Tomar como una ofensa lo que no lo es. Que creo que es precisamente lo que hace la gente que se queja de esta pluralidad, y de otras tantas.

Y hasta aquí mi parrafón de hoy. ¡Espero haber dejado claro porque escribo a veces en inglés, y porque lo seguiré haciendo! Aun así y como no podía ser de otra manera... Gracias por dedicarme un ratito de vuestro tiempo.

viernes, 21 de enero de 2011

Summer nonsense story

Pensaba escribir sobre la peli de "No controles", pero creo que eso será la próxima vez. Tengo que hacer una crítica elaborada de las mías, ironizando un poco. Lo que ahora me ronda por la cabeza es más bien un recuerdo, un Tenía Que Decirlo de los míos. Uno de estos que aparecen, flop! de repente y vuelven cada dos por tres para arrancarte tres o cuatro carcajadas (sonoras o silenciosas, depende del momento y lugar en que te aceche el recuerdo).

Creo que he escrito alguna vez ya sobre las noches de chicas, estas de salir por bares y tomar alguna coca-cola. También creo haber dejado claro lo que me gustan esas noches, entre otras, por cosas como esta:

Gandía, verano 2010. Viaje "revival" con mis amigas, en conmemoración con el primer viaje que hicimos juntas en 1º de carrera. Dejar las mochilas en el hostal y salir corriendo para la zona de bares.

Típica escena de viernes por la noche: bares llenos de grupos de chicos, de chicas, mixes, bailoteos. Como tengo unas amigas que son muy relaciones públicas (sobre todo una de ellas, so cute) pronto entabla conversación con un grupo del género masculino. Y es entonces cuando nos da la vena teenager, porque sí, porque nos da por ahí, y decidimos recurrir a la típica gracia que TODAS hemos hecho alguna vez en nuestras vidas: Inventarnos nombres absurdos y procedencias descabelladas. Let's face it: Todas hemos caído en esa vieja gracia, no me digáis porqué. Cierto es que es más habitual en quinceañeras, pero este tema vamos a obviarlo por irrelevante.

-Vale, ¿y cómo lo hacemos?- Mi amiga más morenita empezó con la organización.
- ¡Yo me pido rumana, por favor! - Con las pintas que llevaba durante todo ese viaje y habiéndome entrenado convenientemente desde que entramos en el coche destino Gandía con el "I'm a gipsy!" de Shakira, yo lo tenía claro. Empecé a practicar entonces mi acento - A ver como me sale, eh! No tingo trrrabajo no tengo dinerrrooo pur favor siñoooora... - Irónicamente, nada de lo que decía en mi discurso era mentira. Salvo por el detalle de que no me dirigía a señoras, pero en este caso tampoco me pareció relevante. En este tipo de gracias no suele haber coherencia.
- ¡Vale, vale, das el pego! ¡Cris, tú eres nórdica, tienes que elegir nombre! - Nut, mi amiga morenita cual nuez, seguía con su papel de manager. Cris tiene aspecto bastante nórdico, así que admitimos pulpo como animal de compañía.
- Vale, ¿Y tú? - Ya solo nos faltaba Nut. Morena. Estaba clarísimo.
- ¡¡Tú eres africana!!- Saltamos Cris y yo a dúo.

Así que, con nuestras nuevas personalidades recién adjudicadas (con nombres inclusive que no revelaré aquí), comenzamos la conversación mucho más tranquilas. El momento cúlmen llegó a los pocos segundos, cuando uno de los chicos dudó de la procedencia de mi nueva amiga africana.

-¿Pero en serio que eres de África?
- Te lo juro, lo que pasa es que llevo mucho tiempo aquí.
-¡A ver, dime algo en tu idioma!

Entonces Nut, ni corta ni perezosa, (y eso sí, muy seria) le dijo:
-Shamina miná, eh, eh, waka-waka, eh.

La cara del chico era todo un poema. El poema más hilarante que he visto nunca. No hace falta decir que la conversación no duró mucho más, pero el recuerdo de ese momento se ha grabado en mi memoria a fuego.
Vais a disculparme, pero es que
TQD.

lunes, 17 de enero de 2011

Grey days

Los días grises son los mejores para escribir, o eso dicen. Lo que no dicen es que sólo producen cosas grises. Y de esas ya tenemos todos, así que no interesa mucho leerlas.

Son grises por una sencilla razón: están a medio camino entre la luz y la oscuridad. Son las que salen cuando tu estado de ánimo escapa del mínimo atisbo de sonrisa pero a la vez consigue huir del sofoco descontrolado que empieza y acaba en el mismo lugar: en lo más hondo.

Son grises porque se quedan a medio gas, no es alegría pero tampoco dolor. Quizá sí punzadas, de las ácidas, de las que se clavan hondo, combinadas con pensamientos envalentonados. Y de una mediocridad tan gris, como los días nublados que apenas dejan caer algunas gotas, no puede salir nada útil.
 

sábado, 8 de enero de 2011

MEET LADY MADRID/Z

Hoy toca bañar el blog en palabras de otros. Me encantan las personas que saben escribir. Transmitir. Disfruto leyendo cada acento, cada coma. Y si conozco a esas personas, entonces no puedo parar.
Hoy, dejo este espacio para una de estas personas. No solo una entre todas: él exhala literatura como perfume diario. Teje las palabras una a una, con mimo. En cada una deja sus sello, la sensibilidad. Él está lleno de vida, y de la buena. Se hace llamar Ulises, pero yo creo que es sólo por humildad, para esconder su título nobiliario. Porque él es sin duda el Príncipe de las Palabras.

Esta es la historia de cómo Ulises conoció a Lady Madriz. Contada por él mismo, el mismísimo Ulises. Puedo decir muchas cosas, pero me quedaré con una: Gracias.


MEET LADY MADRID

Aquella mañana la redacción parecía sumida en una cura de estrés. Nadie corría por los pasillos. No había quién chillara por un envío que no llegaba o una cinta de documentación sin identificar. Todo estaba en silencio, incluso las teclas. Desde hacía semanas no pasaba nada importante y hasta la maquinas de café vivían en estado de relajación.

Por el edificio de VEO7, apareció él con su aire distraído y un periódico en la mano, abierto por los artículos editoriales. Saludó a los vigilantes, levantó la cabeza para ver que echaban por las pantallas de recepción y pulsó la tecla del ascensor.

Cuando llegó a la segunda planta, pasó de página y se detuvo en una corruptela de nacional que tenía muchos datos, muchas declaraciones pero que, de tan mal contada, era infumable.

“Buenos días…”

“Buenos días…”

“Buenos días…”, y así a todo lo que se cruzaba en el camino.

Miró la última del periódico y allí ya no estaba el maestro. Tan sólo su espacio de cuerpo presente. La firma del sucedáneo que lo reemplazaba desde hacía un año temblaba tanto que aún no había conseguido hilar ni un solo buen artículo. Raro, cuando en las páginas de interior, y a menor escala que el sumo sacerdote fallecido, también había sido maestro de maestros.

Era una mañana tan en paz que mosqueaba. Ni siquiera las agencias enviaban nada, como si hubieran salido la noche anterior y a las 10 de la mañana aún no se hubieran levantado.

Fue hacia su sitio, cogió su silla y, cuando se iba a sentar, miró hacia la izquierda. Allí estaba ella, vestida completamente de negro: vaqueros, jersey y botas. Con su cabellera negra, sus uñas negras y un blanco en la piel que bien podría haber sido porcelana de la dinastía Ming.

Sin saber muy bien por qué, la observó en la distancia. Estaba sentada frente a los envíos de vídeo que mandaban las agencias. Potro de tortura destinado a los recién llegados a la televisión, mitad a modo de aprendizaje, mitad a modo de método de disciplina.

Como no llegaba absolutamente nada ni por Atlas, ni por Reuters ni por VNews, la chica nueva de prácticas se detenía absorta en un libro con muchas páginas y la letra muy pequeña. Entonces, él se acercó y sin mirarla a los ojos, sonrió para sí cuando observó que el libro en cuestión era Cien Años de Soledad.

“Buenos días…”, le dijo.

“Hola… eh, ummm… Esto… Es que como no llegaba nada y… Pues estaba aquí leyendo un poco y…”, ella respondió con esta perorata inconexa mientras, sin saberlo, ya se había ganado el afecto de su interlocutor. Él le sonreía con ternura y en sus ojos se adivinaba un “no me tienes que dar ningún tipo de explicación”.

Ella se afanaba en hilar el discurso. Palabras envueltas de esa modestia tan propia de las buenas personas, con la prudencia de quién acaba de llegar a un sitio… Y no fueron sensaciones erróneas.

El chico la cortó y le dijo:”Cien años de soledad es de las novelas que más me han gustado en toda mi vida…”, ella sonrió con los ojos de tal manera que los fluorescentes del lugar se quedaron en simples velas.

“Soy Ulises, encantado de conocerte”.

“Yo soy Lady Madrid, encantada también”.

Así fue como descubrió a la chica que se olvida del paraguas cuando hay lluvia de estrellas. La teen eterna, la mujer incipiente. De esas personas que mejoran el rato más aburrido sólo con estar. Tan alegre en la tristeza, tan triste en la alegría. De tanto como brilla sin pretenderlo, capaz de dejar en bombilla de bajo consumo al mismísimo sol.

Así fue como aquel reportero conoció a Lady Madrid y la incorporó a su agenda con la señal en rojo de personas ineludibles.

jueves, 6 de enero de 2011

Xmas synopsis

Las navidades es lo que tiene. Demasiado tiempo libre y poco tiempo realmente aprovechado, ¿no? Yo creo que para eso están hechas. Por si nos sobra tiempo que perder, perderlo todo de una vez. Ala. Para eso, y para engordar un poco más y que tengan más tirón los productos light. Y para rellenar telediarios, claro. Realmente están hechas para muchas cosas, ahora que lo pienso.

Mis navidades, como cada año, han sido diferentes al resto. Como no es cuestión de contar un tostón (tengo que guardar tiempo para perder en cosas mucho más inútiles), voy a resumir mis fiestas.

Nochebuena: Cena entre familia cuya media de edad superaba con creces los cincuenta. Como única joven y por tanto alocada, me dediqué a emborracharme a base de coca-cola light. Una tras otra. Un desmadre, vamos. A las 10:30 la cena no daba más de sí y mi cuerpo no soportaba más cafeína. Dejé a mis mayores en el salón y me eché un rato a pasar mi resaca. 2 horas más tarde decidí airearme un poco y ver las caras de mis primos, que aunque viejunos, ninguno pasa de la treintena. Cuando volví a casa, mis mayores seguían dándole que te pego al julepe.

Navidad: el día 25 es un día tonto, saltable, sin más. A partir de la comilona no hay nada que hacer. Así que eso hice.

Inbetween: Hasta nochevieja, los días pasaron. No me preguntéis cómo.

Nochevieja, New year's eve o Hogmanay: Día de excitación máxima. Mis nervios estaban a flor de piel, en el desayuno apenas era capaz de sujetar la cucharilla dentro del colacao sin que saltase por los aires. Mi señora madre y señora abuela decidieron madrugar por si no les daba tiempo a preparar la cena. En mi familia somos todos así, como el conejo de Alice in wonderland, "Oh, my ears and whiskers, how late it's getting!"

Mi actividad frenética consistía en ir de un lado para otro sin saber qué hacer. Suelo ser así de útil.
Hora de la comida, lentejas. Si quieres las comes y si no las dejas. Cuando dieron ya las 5 empecé mi proceso de semi-acicalamiento, de nuevo bajo el síndrome white rabbit. A las 7 empezaba mi ya tradición con el mostris, unas copas pre-cena en el bar de turno que abra por el barrio. Buena manera de pasar unas horas entre risas y buena compañía (mostris es inmejorable), y de paso ahorrarse el estrés hogareño de los preparativos.

En la cena de nochevieja la edad media de los asistentes descendió un poco, gracias a la presencia de mi hermana, mi cuñado y mi primo de zumosol. Echando una ojeada a Jose Mota y su "papa americano" de vez en cuando, mientras seguía nuestro proceso de acicalamiento. En el caso de las chicas, y concretamente en mi caso, este proceso dura horas. Muchas. Con todo el trajín, cuando llegaron las 12 no tenía ni preparada la liga roja, ni mis doce deseos, ni nada de nada de lo que siempre quiero hacer y nunca hago. Ni siquiera brindé con algo de oro en la copa. Mal, mal, mal. Quizá por eso sólo me dió tiempo a comerme cinco uvas: era lo máximo que me cabía en la boca después de que mi padre se dedicase, campanada por campanada, a cambiarme su uva por la mía porque "la suya era demasiado gorda". Siempre con los prejuicios.

Brindis familiar, "porque las veamos casadas". No sé porqué siempre brindan por lo mismo, saben que se quedarán con las ganas. Pero bueno, no es plan de quitarles la ilusión, así que se brinda y se bebe.

Y ¡por fin! toca coger el taxi y comenzar la noche entre amigos. Tribunal, plaza del dos de mayo y penta. La verdad es que me lo pasé genial, pero es algo que siempre me pasa cuando salgo con mis amigas. Creo que ya lo he dicho, pero es que no sabéis la suerte que tengo con ellas. También andaba por allí una personita a la que veo de año en año, así que me alegró aún más la noche con su presencia. Bueno, la suya y la de sus tantos amigos.

7:30 a.m. Suena "la chica de ayer", y eso significa que cada uno a su casita. A falta de chinos que vendan churros (en algún momento llegará, ya lo veréis) me hago con unos tallarines bañados en tomate frito y cojo el metro con la cabeza dándome alguna que otra vuelta.

Año nuevo: También llamado IKEA Day. Otro día insulso. Día para levantarse a las mil, comer y hacer una de IKEA: de la cama al sofá, del sofá a la mesa, de la mesa otra vez al sofá. Y así.

Inbetween 2011: los días pasan entre más prisas y compras, agobios, colas en las tiendas y problemas para respirar en el centro de Madrid. Crowded.

Día de Reyes: Hoy. Aún no he tenido la esperada comida, pero puedo afirmar y afirmo que ha sido uno de los reyes más divertidos de mi vida.
-Mi madre le ha regalado a mi padre una camiseta con una calavera y un letrero enorme que decía "When death calls". Cuando nos hemos quedado perplejos preguntándonos si sería una indirecta, mi madre ha alegado que "no sabía lo que significaba, pero era muy mona".
-Mi padre se ha regalado a sí mismo unos aparatejos para reducir barriga. Le ha encantado su regalo.
-Las tres (mi hermana, madre y yo) hemos recibido una pulsera de pandora con un simbolito personalizado: el de mi madre era un niño, simbolizando a los hijos. El de mi hermana era un perrito, porque se ha comprado un perro y está loca con él. La mía... bueno, mi padre no encontraba un gato por ninguna parte, así que la mía tiene un Buda gordito. Aún estoy buscándole un significado.

El resto han sido regalos geniales, pero esos no está bien contarlos. No son tan divertidos.

....Y hasta aquí la que pretendía ser una brief synopsis de mis Navidades, para compartirlas con todos vosotros. Desde aquí, desearos mundialmente un Happy New Year, un feliz día de ReyesMagosDeOriente y por supuesto my best wishes para el 2011!!