miércoles, 16 de mayo de 2012

Two ways street

-         ¿Podrás perdonarme algún día? Por haberte perdido. Por no haberte encontrado de nuevo.

-          No soy yo el que debe hacerlo. Tú eres quien tiene que perdonarme y dejar de castigar al resto por ello.

-          No es mi intención castigarles, no es lo que quiero.

-          Lo sé, pero eso no significa que no lo hagas.

-          No sé cómo perdonarte. Creí que lo había hecho hace mucho tiempo.

-          Me olvidaste, pero nunca perdonaste que desapareciera de tu vida.

-          No fue mi decisión.

-          Pero es tu decisión volver a verme, y no quieres. En lugar de ello, huyes. Y castigas al resto.

-          Intento encontrarte, pero al ver que no eres tú…

-          Ni siquiera te das tiempo para ver con claridad, sólo buscas la forma en la que me viste. Y al no identificarla a la primera, desistes. No esperas a enfocar bien, y comprobar si soy realmente yo. Puedo haber cambiado mucho. Deberías saber bien que cambio con facilidad con el tiempo.

-          No sé cómo eres ahora, ¡hace tanto que te vi por última vez! Temo no ser capaz de reconocerte.

-          No creo que realmente desees reconocerme. Si no, esperarías a enfocar. Creo que no me has perdonado que me fuera, y lo que realmente temes es verme de nuevo. Por eso sales corriendo, y por eso también castigas al resto. Porque no soy yo, o porque quizá lo sea. Cualquier excusa te vale.

-          ¿Y si no puedo soportar que ya no seas el mismo? ¿O que desaparezcas de nuevo?

-          El ego siempre sufre al sentirse vulnerable. Y tú decidiste hace tiempo no volver a ser vulnerable nunca más. Por eso no nos hemos vuelto a ver.

-          Eso es, no quiero ser vulnerable nunca más.

-          Entonces seguiremos sin vernos. Y seguirás sin perdonarme, y castigando al resto.



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