*Please note: Yo misma me incluyo. Por eso me escribo, para echarme la bronca.
De un tiempo a esta parte, cada vez lo veo más claro. Andamos como en una burbuja llena de lo que nosotros creemos ‘nuestros problemas’, los que nos tienen totalmente absorbidos. Porque no nos importa nada más, ni vemos nada más, sencillamente nuestra mierda es nuestra y nos gusta. Parece que hay algo de reconfortante en regodearse en las miserias de cada uno. Pero eso sí: cada vez que interactuamos, no tenemos problema en compartir esa lista de desgracias con cualquiera. Escuchar se ha convertido en un hábito absurdo y desfasado, ahora las conversaciones consisten en echar mierda por la boca hasta que sientas una mínima sensación de alivio. No se sabe muy bien si porque te has desahogado, o porque es el chute de ‘que puta es la vida’ que necesitábamos para continuar en este círculo vicioso.
De un tiempo a esta parte, cada vez lo veo más claro. Andamos como en una burbuja llena de lo que nosotros creemos ‘nuestros problemas’, los que nos tienen totalmente absorbidos. Porque no nos importa nada más, ni vemos nada más, sencillamente nuestra mierda es nuestra y nos gusta. Parece que hay algo de reconfortante en regodearse en las miserias de cada uno. Pero eso sí: cada vez que interactuamos, no tenemos problema en compartir esa lista de desgracias con cualquiera. Escuchar se ha convertido en un hábito absurdo y desfasado, ahora las conversaciones consisten en echar mierda por la boca hasta que sientas una mínima sensación de alivio. No se sabe muy bien si porque te has desahogado, o porque es el chute de ‘que puta es la vida’ que necesitábamos para continuar en este círculo vicioso.
Cada vez me doy más cuenta lo que vale la actitud. Y las pocas personas que conozco que hagan gala de ella. Porque tomarse las cosas con humor, o ser positivos, o adoptar cualquier otra postura constructiva ante los problemas, no es tarea fácil. Para nadie. No me va eso de ‘no, es que ese tiene suerte’ ‘No, es que ha nacido con estrella’. Aquí todo el mundo tiene sus problemas, sus más y sus menos. De diferentes magnitudes, también. Cierto es además que cada uno contamos con diferentes personalidades para afrontar situaciones, y lo que para uno es una montaña para otro quizá solo sea un bache. Pero problemas? De esos no se salva nadie.
Pero el caso es que hay personas que son capaces de mirar un poco más allá de su ombligo. Se quejarán y llorarán, como reacción lógica ante una mala racha o acontecimiento. No puedes pretender que alguien no este triste, llore o se enfade cuando algo le duele, al igual que no sería justo intentar contener la risa y los saltos de alegría cuando algo bueno sucede. Es una relación simple de causa-efecto, y es saludable. No hay que demonizar la tristeza, aunque inevitablemente tendemos a ello. ‘No estés triste, sonríe’ ‘Venga, anímate’. No nos gusta ver a la gente triste, porque a nosotros nos incomoda. Pero es la reacción apropiada.
Ahora bien, una vez pasada esa fase necesaria, se plantan. Porque hay que plantarse. Dejar de compadecerse de uno mismo (eso todos sabemos hacerlo muy bien), y actuar. Enfocar la situación de otra forma, tomarse la vida de otra manera, y no permitir que los problemas acaparen toda nuestra atención (y nuestra energía). Basta con poner más atención a los detalles diarios. Observar todo lo que tenemos, o lo que nos rodea, en lugar de fustigarnos por lo que no tenemos, o lo que no nos rodea. Suena fácil, sé que no lo es. Pero hay que intentarlo. Y si se intenta muchas veces, resulta que al final se consigue. Y te quitas un peso de encima del que no eras siquiera consciente, porque llevabas toda la vida con él a cuestas como si fuera algo normal. Es algo reciente, pero son muchas las veces que pienso la frase que viene a continuación.
Sonríe, por dios! O por quién tú quieras, pero sonríe, porque hoy estás aquí y te queda mucho por vivir este día.
No hay que proponerse grandes metas – ni pretender que de un día para otro tu vida cambie. En lugar de eso, se trata de vivir al día. De sonreír un poco más mañana, de hacerlo un poco mejor, de prestar más atención en tu camino al trabajo. Y al día siguiente, proponerse lo mismo: colocar ese ladrillo de la manera más perfecta posible.
Al fin y al cabo, y apropiándome de palabras que no son mías, la vida es un regalo. No nos empeñemos en hacer de ella un pozo de tristezas.