Eso es lo que estoy intentando hacer, aunque no debiera extenderse a estos lares. Silencio, reflexión, orden y concierto. Maldito concierto. Tal y como el de este pasado jueves, por cierto, día célebre por la onomástica de una nuez, la consecución (por fin!) del girlfriends meeting y el maldito concierto. Esbozo de un día quasi perfecto, si al día siguiente hubiera librado en el trabajo. ¡Tampoco se puede pedir todo!
Cierto es que ese día no figurará en el calendario por su orden, por su reflexión o por su silencio. Muchas caras conocidas, ganas de quedarme con todas y tiempo limitado que no supe ordenar. Siempre me pasa. Considérome bastante despistable en ese sentido, y en muchos otros que no mencionaré por ahora.
Por todo ello, mi recuerdo anda bastante desordenado también. Pero siendo sinceros, es como me gustan los recuerdos. Poder transladarme a cada instante, cada segundo (porque afortunadamente puedo, soy buena en eso) pero solo si abro la carpeta de archivos comprimidos. Si es un viaje corto al pasado, lo que podría venirme a la cabeza repasando la semana, o tras la pregunta "y el jueves, ¿qué hiciste?", entonces una voz empieza con un "dale al play, dale al play". Y se suceden las imágenes, el videoclip de la tarde-noche, las conversaciones ahogadas en risas, los paseos, el corrillo que formamos en el conci, nuestra holandesita gritando las canciones al pie de la letra, ver a Pablo y a Luis, las ofertas de cumple, unos prismáticos de pinguinos y malditas canciones espolvoreando un palacio. Así es mi videoclip, pero claro, tendríais que estar en mi cabeza para disfrutar de las imágenes, con el ruido ambiente y todo eso.
Esa ha sido mi excepción en este tiempo de silencio. Por eso quizá escribo sobre ella, escribir sobre el silencio debe ser muy arduo. Y más de un silencio que aún estoy explorando. A veces el silencio cuenta muchas cosas, cosas que solo podrías escuchar en completo silencio. Hay que mantener la concentración, y poco a poco, seguir el camino calmo que te marca. Si hay algo en lo que tengo inventiva, es en poner títulos. No digo que sea buena o mala, sino que mi cabeza fabrica títulos para todo. Surgen de mi cabeza títulos, así, porque sí, porque no son frases, ni palabras sueltas, ni nada, son títulos, un montón de títulos. Sobre este tema tengo un libro pendiente por escribir. Se titulará "Historia del silencio". Por ahora solo tengo el título.
Igual que de mi disco. Tenía el nombre del grupo, pero no me acuerdo. Me acuerdo de nuestro primer LP, en el extremadamente probable caso de que forme un grupo y saquemos un disco, se llamará "Laberintos auriculares". Es decir, no tengo grupo, ni letras, ni disco, ni nada, pero tengo el título.
Si tengo un bar se llamará "Quincux". Será conocido como "el quincux" para los habituales, claro. Pondré los planetas y quique gonzález, y lori meyers y la casa azul junto con the cure y belle and sebastian y billie the vision and the dancers, y cosas así. Se servirán minis, medida universal, a módico precio y nada de garrafón, solo primeras marcas. Habrá cosas de comer, tapitas, esas cosas. La decoración modo retro-victoriano con estilo, de nuevo deberías entrar en mi cabeza para verlo. Algún día os invitaré. En algún preestreno de algo o lo que sea. El caso es que de nuevo, no tengo bar, ni nada, sólo el nombre.
Y bueno, mi obra maestra, el libro que algún día escribiré (cuando me considere lo suficientemente digna de escribirlo, al nivel) también tiene ya título, claro. Pero ese no lo desvelaré. Por si acaso. Qué mal, que vaya a escribir mi obra maestra y años antes haya salido un librucho con el mismo título que robó de mi blog. No, no es plan.
Por ahora ya está bien de títulos, de desorden y conciertos. Menos mal que es mi época de silencio. Parezco uno de estos pelmazos que no tienen nada que contar pero cuentan y no hilan los temas y al final acaban poniéndote la cabeza a las once. Eso me parece. Una de estas cotorras pesadas.